Colaboración Universidad-Empresa-Administración
En RedLAC, uno de los grupos de Linkedin que sigo, se plantea estos días la cuestión de la colaboración universidad empresa, un problema clave para el desarrollo de las ciudades, regiones y países en el nuevo contexto de la sociedad global del conocimiento.
A partir de mi experiencia de 8 años como miembro del Comité de Dirección del CTM, Centro Tecnológico, me permito aportar una propuesta que está funcionando bien en diversos países europeos y que, en particular, se ha reforzado mucho en los últimos años en la región de Barcelona (España). Se trata de los Centros Tecnológicos, unas unidades público-privadas en las que participan la administración, la universidad y las empresas de la siguiente manera.
La universidad destina a esos centros, en función de su especialidad, determinados recursos (catedráticos, investigadores, laboratorios) que pasan a desarrollar su trabajo en los centros tecnológicos en vez de en la universidad, además de continuar con su labor docente en la universidad.
La administración aporta recursos: terrenos, inversión para edificios, laboratorios, etc., y también subvenciones a proyectos competitivos de I+D+i en los que participan empresas.
Las empresas participan a través de la aportación de fondos iniciales de los centros y, sobre todo, aportando financiación a los proyectos que encargan a los centros tecnológicos.
Lo que se consigue, en la práctica, es poner a disposición de las empresas del territorio (sea cual sea la dimensión de ese territorio), unidades altamente especializadas de I+D+i que, de ninguna manera, las empresas podrían sostener por sí mismas. Las empresas disponen así de un recurso muy sofisticado (científicos e ingenieros junto a laboratorios e instrumental) para desarrollar los proyectos que necesitan a lo largo de su actividad.
Ese recurso puede sostenerse gracias a la aportación de las 3 partes: administración, universidad y múltiples empresas -que son las que le van dotando permanentemente de proyectos-.
Eso requiere, por parte de los miembros de la universidad que pasan a trabajar en un Centro Tecnológico, una mentalidad de trabajo para la empresa. Es decir, desarrollar soluciones específicas para los problemas que plantea la empresa, pero también, adaptarse a plazos y presupuestos preestablecidos. Eso significa pasar a combinar el espíritu investigador y del conocimiento, tradicionalmente propio de la universidad, con el espíritu empresarial que es especialmente cuidadoso con el uso eficiente de los recursos -tiempo y dinero-.
Dado que este funcionamiento se aparta del tradicional espíritu universitario, es por lo que se hace necesario crear unidades diferenciadas -los Centros Tecnológicos- a los que la universidad deberá adscribir únicamente unidades universitarias lideradas por investigadores que tengan esta doble vocación de investigación aplicada a problemas concretos combinada con la escasez de tiempo y recursos
El compromiso de las empresas es también el de desarrollar proyectos avanzados que requieren un conocimiento, una experiencia y unos equipos de los que no disponen internamente. Obviamente, así como no todos los miembros de la comunidad universitaria están interesados y/o dispuestos a adaptarse a los requisitos de las empresas, tampoco todos los empresarios están convencidos de la necesidad de incorporar tecnología e I+D+i a sus productos.
Así pues, los Centros Tecnológicos se configuran como un espacio de colaboración entre aquéllas partes de los mundos universitario y empresarial que entienden la necesidad de cooperar. Una vez que esos espacios están creados y van generando resultados concretos y palpables, se comprueba que son cada vez más los los empresarios que incorporan la I+D+i a su ciclo empresarial así como crece el número de grupos de investigación universitarios que se acercan al mundo empresarial a ofrecer sus servicios y conocimientos.