¿Cómo integrar ODS y Estrategia de Ciudad?
En estos tiempos de postpandemia en que las ciudades deben plantearse cómo van a relanzar su trayectoria, es
muy importante aclarar cuál es el encaje de los dos conceptos que aparecen en el título: Objetivos de Desarrollo Sostenible y Estrategia de Ciudad. Para ello vamos a empezar definiendo lo que son la Estrategia de Ciudad y los ODS para pasar seguidamente a descubrir las relaciones entre ellos.
¿Qué son los ODS?
En esencia, los ODS son la lista de los aspectos que cada territorio debe velar por desarrollar. Son 17 aspectos que cada territorio debe desplegar lo mejor posible para conseguir acercarse a un estandar global de calidad. Es decir, son objetivos comunes para todos los territorios -países, regiones, ciudades- del mundo. Podríamos resumirlos en que cualquier territorio debe ser sostenible, inclusivo y competitivo.
¿Qué es una Estrategia de Ciudad?
También en esencia, es el rumbo que la ciudad decide tomar para asegurar su prosperidad durante los próximos decenios. Para ello, la ciudad debe apostar por desarrollar la excelencia en algún ámbito concreto. Y será esa excelencia la que atraerá a la ciudad actividad económica y, en consecuencia, prosperidad. Ejemplos de estrategias territoriales son los Pueblos Mágicos de México, el Eje Cafetero en Colombia o el Corredor Central de México, una asociación de 15 ciudades para un desarrollo eminentemente industrial.
Primeras conclusiones sobre ODS y Estrategia de Ciudad
La primera conclusión es que la gran diferencia entre ODS y Estrategia de Ciudad es que los primeros son iguales para cualquier territorio mientras la estrategia es singular y propia de cada ciudad, es decir, distinta de la de las demás ciudades.
La segunda conclusión es que no son intercambiables. Es decir, los ODS no son una Estrategia de Ciudad así como una Estrategia de Ciudad no puede consistir en desplegar los ODS.
La tercera conclusión es que ambos conceptos son compatibles en la misma ciudad. Es decir, una misma ciudad puede tener su Estrategia y, a la vez, desplegar los ODS.
Más aún, ambos elementos son necesarios para la ciudad.
En efecto, el despliegue de los ODS es imprescindible para construir una ciudad que ofrezca alta calidad de vida a sus pobladores. Y esa calidad de vida es imprescindible si la ciudad quiere ser capaz de atraer a personas cualificadas y talentosas así como a turistas. Por lo tanto, no podremos hacer realidad nuestra Estrategia de Ciudad por más ambiciosa y brillante que sea, si no nos preocupamos de mejorar la ciudad mediante las distintas facetas que abordan los ODS.
Algo parecido ocurre a sensu contrario. En efecto, parece obvio que los ODS, en muchos aspectos, van a demandar importantes recursos para poder ser desplegados. Desde esta perspectiva, la Estrategia de Ciudad, al tener como objetivo generar la prosperidad de la ciudad, es imprescindible para generar los recursos que la ciudad utilizará para desplegar los ODS. Más claro: si no definimos una Estrategia de Ciudad y la ponemos en práctica, la ciudad tendrá serias dificultades para desplegar los ODS.
Se puede añadir que los ODS representan el funcionamiento en el día a día, los distintos aspectos operativos de la ciudad, mientras que la estrategia es la que hará que nuestra ciudad destaque, por su excelencia, en un aspecto determinado, entre las demás ciudades.
La conclusión final es que Estrategia de Ciudad y ODS son indisociables, son las dos caras de una misma moneda: una ciudad mejor. Por eso el desarrollo de la ciudad debe apoyarse en ambos.
Por último, ambos elementos deben estar imbricados. Es decir, debemos conseguir que se realimenten mútuamente, y la cuestión que nos queda, en consecuencia, es la del título de este artículo:
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¿Cómo se integran ODS y Estrategia de Ciudad?
Para contestar a esta pregunta recordaremos ese aforismo de que "antes de empezar a caminar hay que decidir adónde queremos ir".
Quien nos dice adónde queremos ir como ciudad o territorio es la estrategia y, por lo tanto, el primer paso será definirla. Será solo una vez que sepamos adónde ir, cuando corresponderá definir cómo llegar hasta allí; y esto último será lo que nos aporten los ODS.
Dejadme utilizar un ejemplo para clarificarlo. Si una región decide construir un futuro alrededor del turismo de naturaleza, eso la llevará a desarrollar infraestructuras, educación, saneamiento, economía, seguridad, resiliencia, cultura,.....todo ello pensado bajo la óptica del desarrollo del turismo.
Y, si, en cambio, esa región apostara por la excelencia en ganadería bovina y sus derivados, cada uno de los ámbitos de infraestructuras, educación, saneamiento, economía, seguridad, resiliencia, cultura,..... tendría otras prioridades en función del objetivo de excelencia en ganadería bovina.
Los dos pasos de la planificación del desarrollo de una ciudad o región
Llegamos así a la conclusión de que la planificación del desarrollo debe producirse en dos pasos consecutivos:
1) La definición de la estrategia de futuro, es decir, de la apuesta por la excelencia que hace ese territorio. Debe ser definida y consensuada conjuntamente por todos los actores del territorio. Y debe hacerse así porque a todos atañe y todos deberán implicarse en la construcción de ese futuro deseado. Ésta es una etapa breve que puede completarse entre 2 y 6 meses según la dimensión y la complejidad del territorio.
2) Tras definir la estrategia de futuro, corresponde planificar el despliegue de los distintos ámbitos del territorio -los ODSs- de forma que cada ámbito esté pensado para avanzar hacia el objetivo estratégico definido en el paso 1. Así como en el paso 1 las decisiones a tomar eran generales para el territorio, en este paso 2 el trabajo será más específico y especializado. Aquí es donde vamos a definir cómo potenciar la actividad económica o cambiar la movilidad, la forma de luchar contra la pobreza o la de mejorar la gestión de los residuos. Este paso sí será de mayor duración y puede llegar a durar de 6 a 18 meses.
La gran diferencia vendrá de disponer de un objetivo común para todos, y ello hará que confluyan todos los esfuerzos y que se generen sinergias entre ámbitos y sectores distintos (p.e., si implicamos a las escuelas para contribuir a un cambio en la gestión de residuos, con seguridad los niños y jóvenes van a conseguir que el comportamiento de los adultos sea mucho más proactivo en la selección de los residuos) y esas sinergias son las que van a producir un salto adelante en la transformación del territorio.