De la importancia de la industria para la economía
El pasado 2 de febrero, un reducido grupo de jóvenes expertos de la órbita socialista (ya sé que yo no entro ya en la categoría de joven, aunque sí lo son los demás miembros del grupo, hombres y mujeres que están en sus treinta) iniciamos una serie de conferencias mensuales a las que iremos invitando a diversas autoridades en el campo de la política industrial. Los encuentros tienen lugar en la Fundació Rafael Campalans.
Se trata de cubrir, a lo largo del ciclo que durará todo este año, todos los aspectos con incidencia en una futura política industrial para Catalunya: diagnóstico, innovación, situación internacional, energía, formación, relación universidad-empresa,......)
En esta primera sesión, hubo dos invitados. Joan Miquel Hernández, Director del Observatori de Prospectiva Industrial de la Secretaría de Industria de la Generalitat, (al lado, la portada de las multinacionales industriales catalanas, publicación de la que es coautor) nos hizo una presentación sobre la coyuntura industrial de Catalunya a enero de 2007. La situación es buena y con apenas algunas señales de atención para el futuro. No obstante, lo más interesante de su intervención, para mí, vino al final de la sesión, durante el intercambio de ideas y opiniones.
Por su parte, Ángel Hermosilla, Director de Estudios del Centro de Estudios y Asesoramiento Metalúrgico (CEAM), nos hizo un completo argumentario de la importancia de mantener la industria en un país, región o ciudad. Los argumentos que nos desgranó me parecieron tan inapelables que me voy a permitir reproducirlos aquí. En una sociedad que tiende, cada vez más, a la terciarización, conviene no perder de vista que la industria es un pilar de nuestra economía.
Cabe decir que los datos se refieren a la industria catalana, pero la mayor parte de los argumentos son válidos para cualquier otro país. Tras indicar que el peso de la industria catalana es del 22,7% del PIB i del 23,6% de la ocupación, cifras que sirven de base para valorar el resto de los datos, nos presentó los distintos argumentos en 4 bloques.
Argumento 1: la industria es estratégica para la sociedad del bienestar.Porque garantiza rentas elevadas a las personas. Los salarios industriales son un 15,5% más altos que la media, crecen por encima de la economía y tienen mayor proporción de contratos indefinidos que en el resto de los sectores. Aporta riqueza al país puesto que el 80% de las exportaciones son industriales.
Proporciona competitividad y sostenibilidad a la economía, puesto que los precios industriales, entre 2000 y 2005, han aumentado un 11,9% mientras el IPC ha aumentado un 22,8%. A su vez, el aumento anual de la productividad industrial en los últimos años es del 1,3% mientras el de la economía en general, es del 0,7%.
Es una fuente clave de recursos para la administración ya que 2/3 de los declarantes de IVA son industriales, 1/3 del Impuesto de Sociedades recaudado proviene de la industria, que también aporta casi el 25% de las cotizaciones a la seguridad social.
Argumento 2. La relevancia de la industria en la economía catalana es superior a lo que se acostumbra a pensar.
EL crecimiento industrial anual (entre 1996 y 2004) (4,6%) ha sido muy similar al del conjunto de la economía (5,1%). Un 53,6% de los suministros totales son aportados por la industria.
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Argumento 3. La desindustrialización se explica en parte por motivos estadísticos y monetarios.
En ese sentido, las cifras desmienten la sensación que podamos tener de que el peso de la industria disminuye. Veamos: el peso de la industria en la economía, con valores constantes, se mantiene: el 30,6% en 1996, frente al 29,7% en 2004. Habría que sumar, además, una parte significativa del sector servicios que está vinculada a la industria (aproximadamente, un 10% del PIB de los servicios y más de 200.000 empleos).
Argumento 4. El futuro del país pasa por dos ejes: el conocimiento y la innovación
La industria concentra más del 30% de los empleados más calificados del sector privado. La industria lidera los procesos de innovación y tecnología (el 35,8% de las empresas que innovan y el 55,4% de los gastos en innovación y tecnología). La industria, además, aporta el 34,7% de la inversión de la economía.
Un último argumento fue la importancia internacional de algunos sectores: químico, el 3,3% de la UE-25, equipos de automoción, el 3,1%, vehículos, el 2,8% o farmacia, el 2,7%.
Para acabar, del debate final quisiera destacar dos ideas simples muy claras de adónde vamos y cómo debemos ir. No pretendo simplificar en exceso, pero cuando tenemos muchos argumentos sobre la mesa, todos válidos, conviene, a veces, aclarar las ideas. En esa línea me pareció que entraban esas dos propuestas, una de cada experto.
Hermosilla dijo que las grandes series quedarán reservadas a los países de mano de obra más barata (como los de Asia y Europa del Este), mientras, a los países de mayor nivel de vida, nos quedarán las series cortas, personalizadas, los productos hechos a la medida, aquéllos que requieren proximidad entre productor y cliente. Quizá parezca una perogrullada una vez escrita, pero es una indicación clarísima para aquéllas industrias que quieran competir en el nuevo entorno de qué líneas deben reforzar y cuáles son las nuevas habilidades que deben adquirir si todavía no disponen de ellas (atención personalizada al cliente, nueva comunicación, mayor flexibilidad en la producción, mayor rapidez en el desarrollo de prototipos,......).
Hernández, por su parte, dio el esquema básico de una política industrial acertada para un país como el nuestro. El gobierno debe disponer dos grandes grupos de acciones: uno que promueva la competitividad desde arriba y otro que la promueva desde abajo. Desde arriba, a través de grandes proyectos de desarrollo tecnológico impulsados por consorcios de empresas y centros tecnológicos. Un buen ejemplo de esta política son los proyectos CENIT de la Presidencia del Gobierno español. Desde abajo, a través de una política de clusters territoriales, que organicen y promuevan los recursos locales de cada territorio para reforzarse a través de la colaboración frente a la competencia exterior.
Hasta aquí lo que dió de sí esta primera sesión.
Si quereis leer más sobre industrialización, "Reindustrialización: sobre la responsabilidad de la administración" (Abril 2013).
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