Definir un sistema nacional de desarrollo territorial (SNDT)
Cierre del año 2023
Con el artículo que sigue cerramos 2023, un año de éxito para mí pues Ciudadinnova, esta publicación, ha superado los 3.000 suscriptores activos.
Os mando a todas y a todos mis mejores deseos para las navidades y para el nuevo año 2024. Ojalá que este nuevo año vaya abriendo puertas al desarrollo en cuantos más ciudades y territorios de toda Iberoamérica y que los miembros de esta comunidad Ciudadinnova seáis protagonistas en muchos de estos procesos.
Definir un sistema nacional de desarrollo territorial (SNDT)
Introducción
Quizá este título sorprenda a algunos lectores. Eso es, si el desarrollo local y territorial depende de cada territorio, parece lógico dudar de cuál puede ser el papel de un gobierno nacional en ello. Más aún, puede haber quien piense, desde algún territorio, que implantar tal sistema no sea más que un intento de controlar lo que ocurre en cada ciudad y en cada región por parte del gobierno nacional -GN- de turno.
Pues esa desconfianza, si bien es comprensible por algunas experiencias desafortunadas que pueda tener el lector, debería dejarse de lado si se trata de que el GN tenga la voluntad de ayudar a sus territorios a impulsar su desarrollo. De hecho, así lo hace la Unión Europea con las regiones europeas (eso es, la UE tiene políticas de desarrollo regional que se aplican directamente a las regiones de cada país).
Y debe dejarse a un lado esa desconfianza pues, todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que los territorios suelen necesitar, en la gran mayoría de los casos, de ayuda exterior (nacional y/o internacional) para llevar a cabo sus proyectos de desarrollo. La mejor forma para que cada territorio pueda aspirar a recibir la ayuda exterior que necesita es que el propio país disponga de una política propia de desarrollo territorial.
Los criterios a seguir para la definición de ese sistema nacional
La cuestión es cómo diseñar esa ayuda para aprovechar al máximo los recursos que el país dedique a ella puesto que, como sabemos, los recursos siempre son escasos y va a ser imposible dotar a todos los territorios de todos los recursos que pueden necesitar.
Por otra parte, aún si el país dispusiera de todos los recursos necesarios para todas sus regiones y se distribuyeran de forma general con criterios de equidad (según población, riqueza, distribución rural/urbana, etc.) una buena parte de ellos se perdería irremisiblemente al no estar en disposición, muchos de los territorios, de dar un buen uso y aprovechar al máximo esos recursos de los que se les dotaría. Y no me refiero aquí al hecho evidente de que habrá regiones más avanzadas y prósperas que otras puesto que, en ese caso, el programa nacional de desarrollo territorial debe ser capaz de acompañar a cada territorio en función de la etapa de desarrollo en la que se encuentre. No, me refiero a la distinta disponibilidad y capacidad de cada territorio a utilizar adecuadamente los recursos para el desarrollo que pueda recibir. Eso tiene que ver con aspectos como la dirección política del territorio que puede tener otras prioridades que la de impulsar el desarrollo del mismo. O con la falta de capacidad organizativa de la administración territorial. O con la falta de mecanismos de coordinación de los actores del territorio, una coordinación imprescindible para impulsar eficazmente el desarrollo local. O con la falta de capacitación en los actores locales en metodologías de impulso al desarrollo. O…….
Esta realidad apunta a la necesidad de un sistema nacional que sea capaz de filtrar y de adaptarse a estas distintas situaciones de los territorios. Y, en consecuencia, la política nacional para el desarrollo territorial que se defina va a prever distintos niveles de territorios con distintas necesidades y, por lo tanto, una especie de ruta al desarrollo que contará con distintos niveles, con las políticas adecuadas para cada uno, y que cada territorio deberá ir siguiendo en un proceso de aprendizaje y de conformación de su capacidad para el desarrollo.
La idea, por lo tanto, será de la de ayudar a cada territorio, de acuerdo con su situación actual, para que consiga ir alcanzando los niveles que le falte subir para que el conjunto de los territorios pueda alcanzar, de forma progresiva, un nivel equivalente de desarrollo, basado cada uno de ellos en sus activos propios y en su propia capacidad de crear prosperidad a partir de sus activos territoriales y mediante la colaboración entre actores. Así será como el país podrá asegurar el aprovechamiento óptimo de los recursos que dedique al desarrollo territorial.
Ese sistema debe ser no discriminante de forma que las ayudas puedan llegar a todos los territorios en condiciones de igualdad.
Otro criterio a seguir es que el gasto en cada territorio se controle de forma exhaustiva y continuada de forma que permita “cerrar el grifo” a aquel territorio que no cumpla de forma precisa con las condiciones del gasto impuestas por el programa.
EL GN, además, fijará criterios para los gastos subvencionables y los que no lo son. De esa forma se asegura que, dejando libertad a los territorios para definir su estrategia de desarrollo, sí les define el modelo de desarrollo que deben seguir (y la base de esos criterios debería ser, lógicamente, los ODS de Naciones Unidas acompañados con condicionantes específicos del país o de otro ámbito que el GN considere necesarios).
¿Cómo armar un sistema nacional de desarrollo como ese?
Un sistema nacional se articulará como un programa nacional para el desarrollo territorial (PNDT) y debe incluir los siguientes elementos con los siguientes pasos:
Definir los territorios que son susceptibles de ser beneficiarios de ese programa:
Las regiones del país. Lo normal será que sean aquellas regiones que dispongan ya de una autoridad política propia (Gobernación, Asamblea)
Esas regiones deberán poder definir, si lo consideran necesario, subregiones que tengan una configuración socioeconómica propia, coherente y diferenciada del resto del territorio de esa región que permita aplicarles de forma específica la metodología de impulso al desarrollo territorial
Las ciudades son también sujeto de esa política de desarrollo, ya sea en solitario o incorporando sus territorios aledaños (ya sea como una subregión ya sea como una ciudad junto a su área metropolitana). En ese caso, el GN puede definir acciones directas para las ciudades sin pasar por los gobiernos regionales.
Definir los criterios que se va a pedir a los territorios que sigan en sus planes de desarrollo: sostenibilidad ambiental, innovación, digitalización, reducción de las desigualdades y aquellos otros que cada país considere convenientes. El hecho de fijar esos criterios permite que cualquier proyecto territorial cumpla con los estándares definidos por el GN asegurando, a la vez, la libertad de cada territorio para definir libremente su propia estrategia.
Definir que el proceso de desarrollo territorial de cada entidad se va a desarrollar en dos etapas: 1) la definición del Marco Estratégico o Plan de Futuro del territorio y 2) la definición de los distintos ámbitos sectoriales - económico, social, sostenibilidad, gobernanza,…- de acuerdo con el Marco Estratégico definido en la etapa 1
Difundir la nueva política de desarrollo territorial entre las autoridades políticas de regiones y ciudades del país, puesto que son actores clave e imprescindibles para que sus territorios se adhieran a esa iniciativa política.
Capacitar dinamizadores territoriales de todas las regiones que adquieran el conocimiento de la metodología a aplicar para que cada territorio sea capaz de definir su propio Plan de Futuro (Marco Estratégico). Es decir que esos dinamizadores van a aprender a cohesionar todos los actores de un territorio alrededor de un proyecto común: el proyecto que esos actores van a definir como su Plan de Futuro territorial. Se va a necesitar un buen número de esos dinamizadores para que el programa se despliegue a una velocidad razonable.
Poner en marcha una etapa piloto de definición del Plan de Futuro Territorial con un número reducido de territorios y ciudades (del orden de 3 a 5). Esa etapa piloto servirá de aprendizaje para todos -gobierno nacional, gobiernos regionales, ciudades y dinamizadores- y permitirá hacer los ajustes al programa antes de lanzarlo definitivamente. Es recomendable que esa etapa piloto se lleve a cabo con territorios seleccionados de forma que sepamos que tienen buenas condiciones previas para tener éxito en sus procesos.
Lanzamiento de la 1ª convocatoria del programa de definición del Plan de Futuro Territorial abierta a regiones y ciudades. Puesto que la respuesta a esa convocatoria requerirá de cada candidato un esfuerzo previo de concertación con sus actores locales, es previsible 1) que sean pocas las entidades territoriales que respondan adecuadamente a la misma así como 2) que buena parte de los que respondan incumplan los requisitos de la misma. Eso es, el programa implica una parte de aprendizaje de los territorios por el hecho de que esa convocatoria no es del tipo “café para todos” sino que es competitiva en el sentido de que requiere de cada territorio candidato el haber hecho unos “deberes” previos con el conjunto de los actores relevantes de su territorio. El aprendizaje se producirá cuando se conozca el resultado de la valoración de las ofertas: unos reciben la aprobación y, por lo tanto, reciben recursos, mientras los demás, al no ser aprobadas sus propuestas, no reciben recursos y deberán intentarlo de nuevo en siguientes convocatorias.
Posteriormente, se empezarán a lanzar en paralelo los dos tipos de convocatorias de que constará el programa:
convocatorias del programa de definición del Plan de Futuro Territorial (o Marco Estratégico Territorial), que serán convocatorias sucesivas a la anterior.
convocatorias diversas para los distintos ámbitos sectoriales. reservadas a los territorios que ya se han dotado de un Plan de Futuro que ha sido homologado por el GN. Eso es, una vez que un territorio o ciudad tiene definido su Plan de Futuro, el paso siguiente es empezar a poner en marcha las acciones necesarias para hacer realidad ese futuro. Es decir, el territorio puede necesitar recursos nacionales para implementar sus proyectos de movilidad urbana o los de aguas o los de desarrollo industrial o agropecuario, los de vivienda, etc. En la respuesta del territorio a esas convocatorias, se exigirá el disponer de un Plan de Futuro previo homologado por el Gobierno Nacional así como demostrar que la solicitud de recursos encaja en el marco de ese Plan de Futuro.
Es fundamental que el GN aplique un seguimiento puntual y permanente a cada proyecto para asegurar el mejor aprovechamiento posible de los recursos así como que los recursos sean liberados de forma progresiva a medida que se presentan las diversas certificaciones de cada proyecto.
Consideraciones aclaratorias adicionales
Sin duda este planteamiento puede chocar con los procedimientos tradicionales de muchos países al exigir al territorio que aspira a recibir recursos contrapartidas en su organización, en la concertación con sus actores territoriales y rigurosidad en el gasto. Ello me lleva a alguna consideración aclaratoria adicional:
esta política nacional de desarrollo no es una política que tenga como objetivo dotar a los territorios de determinados servicios (educación, sanidad, lucha contra la pobreza,…) sino que es una política cuyo objetivo es el de activar los actores y los recursos de cada territorio para impulsar su desarrollo. Y, en consecuencia, si bien debe ser de aplicación a todos los territorios en pie de igualdad, debe incidir en cada uno de forma individualizada y atendiendo a las particularidades de ese territorio.
Esas diferencias entre territorios van a implicar ritmos y recursos diferentes para cada uno de ellos. Obviamente, ni esos ritmos ni esos recursos diferentes deben significar ningún tipo de discriminación entre territorios.
Un factor crucial para que esa política incida en mayor o menor medida y a mayor o menor velocidad en cada territorio es la disposición de las autoridades locales o regionales frente a ese programa así como su capacidad de colaboración y de generar consensos con los actores más importantes de su territorio (otras autoridades políticas locales y regionales, universidades, empresas y organizaciones de la sociedad civil)
Los requisitos que se han ido detallando en este artículo son imprescindibles para conseguir un verdadero desarrollo de cada territorio y la definición de ese programa nacional de desarrollo no hace más que fijar esos requisitos para conseguir la máxima eficiencia en el uso de los recursos. Dicho de forma cruda, se aportan recursos a aquellos territorios que son capaces de aplicarlos con eficacia y eficiencia (es decir, de forma que generen el máximo desarrollo posible) mientras que se niegan recursos a aquellos territorios en los que los recursos corren un riesgo elevado de no ser aplicados eficaz y eficientemente a generar el desarrollo que se persigue alcanzar.
Como punto final a este último artículo del año, os reitero a todos y a todas mis mejores deseos para las navidades y para el nuevo año 2024. ¡Un gran abrazo!
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