Desarrollo: ¡no empecemos la casa por el tejado! (1 -Regiones y Ciudades-)
Introducción
Este artículo surge al comprobar cómo se confunde, a menudo, el objetivo -impulsar el desarrollo- con las herramientas para conseguirlo.
Sin duda es muy rápido y directo asignar recursos para el desarrollo a un territorio o, incluso, crear una Agencia de Desarrollo. Si el Gobierno Nacional dispone de los recursos para ello, es muy simple tanto hacer una cosa como la otra o bien las dos a la vez.
La pregunta a plantearse, por lo tanto, es si, además de ser rápidas y sencillas, estas acciones van a ser eficaces y, por sí mismas, van a ser capaces de impulsar el desarrollo.
Y la respuesta, clara y rotunda, es que no. Esas acciones no van a desencadenar el desarrollo territorial.
Y, por si fuera poco su fracaso, van a generar, además, problemas importantes. Así es pues, una vez creada la Agencia y nombrado su Director así como asignado el personal correspondiente, hay quien espera que los proyectos de desarrollo surjan casi espontáneamente y, al comprobar que eso no se produce, empiezan las tensiones entre socios -los distintos actores del territorio- y, en consecuencia, el liderazgo de la Agencia se ve comprometido y no se ve por ningún lado el desarrollo esperado.
Y la pregunta es ¿por qué teniendo un organismo dedicado a ello -la Agencia de Desarrollo- y dotándola de los recursos necesarios no se va a producir el desarrollo que buscamos?
Porque institución y recursos no bastan para impulsar el desarrollo. Se requiere un paso preliminar previo a todo lo demás. Si no hemos dado ese paso preliminar y queremos empezar con nuestro plan (en minúsculas) de desarrollo, estaremos empezando la casa por el tejado y fracasaremos.
Pero, entonces, ¿por dónde hay que empezar?
Para conseguir que, al poner los elementos necesarios, se genere el desarrollo de un territorio es imprescindible situar al territorio en una situación previa.
Ese paso previo es que el territorio tenga la voluntad de desarrollarse y que la exprese definiendo, entre todos sus actores, una visión de futuro y el compromiso de todos sus actores para implementar esa visión.
Y, si pretendemos empezar el desarrollo de nuestra ciudad o territorio sin dar esos dos pasos previos, lo que estaremos haciendo es empezar la casa por el tejado.
Muy importante remarcar que, cuando hablo de territorio, no me refiero solamente ni a sus máximas autoridades -Gobernadora o Alcalde- ni siquiera a sus administraciones públicas, sino al conjunto de los actores de ese territorio.
Solo cuando el territorio tenga la voluntad de trabajar por su desarrollo y, entre todos los actores locales, haya definido un plan de futuro, solamente en ese momento será cuando tenga sentido hablar de aportarle recursos (porque en ese momento sabrá cómo emplearlos en beneficio de su desarrollo) y de dotarlo de una institución como una Agencia de Desarrollo Territorial (porque entonces esa Agencia tendrá un objetivo claro y el respaldo de todos los actores del territorio).
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Por lo tanto, los elementos necesarios y la secuencia imprescindible a seguir son:
debe existir la voluntad del territorio de impulsar su desarrollo
la definición conjunta, entre todos los actores territoriales, de un Plan de Futuro del territorio
la creación de una Agencia de Desarrollo para ese territorio (en la que sean socios todos los actores locales)
el territorio, bajo la coordinación de su Agencia de Desarrollo, pone en marcha proyectos de acuerdo a su Plan de Futuro
se pone en marcha la búsqueda de recursos (Gobierno Nacional, otros) para los grandes proyectos que el territorio no puede asumir por sí mismo
Una primera gran conclusión es la de que hay que aplicar el dicho de "vísteme despacio que tengo prisa". Lo cual es lógico. Cualquier objetivo de auténtico valor se puede construir, solamente, con una buena planificación y mucha perseverancia. No hay atajos. Solo así se logran cambios verdaderos y perdurables.
Un ejemplo clarificador: la Región Norte del Ecuador
En este punto, me parece muy ilustrativo hablaros de la oportunidad que me brindó la Región Norte del Ecuador de colaborar en su proceso de desarrollo. Las Regiones en Ecuador son, en realidad, Zonas de Planificación, una institución bastante reciente en el país cuyo objetivo es el de agrupar provincias y desconcentrar las actividades administrativas del Estado ecuatoriano.
Bajo esta perspectiva, las 4 provincias integrantes de esa Región Norte del Ecuador, -Carchi, Esmeraldas, Imbabura y Sucumbíos- decidieron colaborar entre sí para poder mejor contribuir en la planificación y las inversiones que el Estado hiciera en sus provincias.
Para ello, las 4 Gobernaturas decidieron constituir la Mancomunidad del Norte de Ecuador-MNE- con Presidencia rotatoria anualmente entre los 4 Gobernadores y Gobernadoras. Dotaron a esa Mancomunidad de una estructura humana mínima que la Gobernatura que preside se encarga, al asumir el cargo, de completar con funcionaros de su provincia. De forma que la Mancomunidad trabaja continuamente en proyectos para la región a partir de una pequeña estructura permanente más una estructura complementaria proveniente, cada año, de una de las provincias miembro.
Tras unos años de funcionamiento se dieron cuenta de que, si bien podían llevar a cabo estudios, informes y pequeños proyectos, experimentaban serios problemas para diseñar proyectos de alcance auténticamente regional que alcanzaran y beneficiaran a las 4 provincias a la vez. Y fue por este motivo que solicitaron mis servicios y que me desplacé hasta Quito donde la MNE tiene su sede.
La situación, por lo tanto, era que las 4 provincias de la MNE tenían la voluntad de impulsar su desarrollo conjuntamente, habían creado un organismo conjunto para llevar esa voluntad a la práctica y lo habían dotado de recursos humanos para materializar sus objetivos. Aún así, no conseguían hacer avanzar su proyecto.
La pregunta era, ¿cómo conseguir que las cuatro provincias consigan desarrollar proyectos conjuntos ( y no solo provinciales)? ¿Qué le faltaba a la MNE para desbloquear su proceso de desarrollo?
La respuesta aparece por sí misma con solo repasar la lista de 5 puntos de la primera parte del artículo. La RNE había cumplido con los puntos 1 -la voluntad de impulsar su desarrollo- y 3-la creación de un organismo para ello- pero no disponían del 2 -un Plan de Futuro para la Región-.
Ese Plan de Futuro para la Región fue lo que definieron mediante la celebración del taller de diseño estratégico de varios días que dirigí para ellos. Fueron unas sesiones de trabajo conjunto de un grupo de funcionarios provenientes de cada una de las 4 provincias y pertenecientes a distintas especialidades (territorio, turismo, economía, medio ambiente, infraestructuras, social...) . El trabajo de ese taller dio como fruto un proyecto común para la región, en el que las 4 provincias eran necesarias y cuyo despliegue iba a reforzarlas a las 4.
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Mi satisfacción fue doble porque, meses después, supe que ahora ellos estaban presentando a otras regiones los nuevos proyectos de ámbito regional que habían definido tras nuestro proceso de definición estratégica.
El disponer de un proyecto común, compartido, definido por todos y consensuado entre todos es la clave para que todas las partes se pongan a trabajar conjuntamente, sumando su saber y sus recursos y estableciendo sinergias que, hasta ese momento, estaban ausentes.
Ese proyecto común, por lo tanto, aporta dos grandes valores. Por un lado es un proyecto que va a guiar los pasos a dar por el territorio para desarrollarse. Pero, además, la forma como lo hemos definido -mediante sesiones de debates entre todos los actores- hace que genere un tremendo valor añadido territorial al romper las barreras que impedían hasta entonces, la colaboración efectiva entre provincias. El trabajar codo con codo con funcionarios de las demás provincias les hizo conocerse, valorar los conocimientos y la experiencia de sus colegas y formar, de hecho, un auténtico equipo territorial para el desarrollo de la región.
A estas reflexiones les falta añadir cuál debe ser el rol de los Gobiernos Nacionales en este relato. Pero eso lo puedes leer en el artículo siguiente