Desarrollo territorial y desarrollo comunitario
Cuando los amigos de Conectadel me propusieron la posibilidad de escribir un editorial para su publicación mi mente fue inmediatamente a la experiencia vivida en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, el pasado verano en el marco del proyecto del Laboratorio de Cohesión Social México-Unión Europea.
Allí, lo que debía haber sido un taller de desarrollo territorial, se tornó en un debate entre desarrollo comunitario y desarrollo territorial. La verdad es que la actividad fue un fracaso desde el punto de vista de lo que se pretendía -definir una línea de trabajo estratégica para el desarrollo territorial de los Altos de Chiapas- pero resultó en un fenomenal ejercicio de debate acerca de las diferencias entre el desarrollo territorial y el desarrollo comunitario.
Mercado de San Cristóbal de las Casas
Mi objetivo, y el de mi colega Fátima López, era el de dinamizar durante tres días el trabajo de un grupo de actores del territorio con el fin de generar un plan estratégico para el desarrollo territorial de los Altos de Chiapas en el marco del Laboratorio de Cohesión Social México-Unión Europea. En vez de eso, nos encontramos con un grupo de profesionales del desarrollo comunitario con los que estuvimos confrontando las dos visiones del desarrollo desde el punto de vista territorial y el comunitario.
De inmediato os digo que esas dos visiones NO son excluyentes sino que cada una de ellas tiene su función y son, por tanto, complementarias.
El desarrollo comunitario consiste en proyectos de desarrollo concretos impulsados en el seno de una comunidad determinada. Es un concepto claramente asociado a entornos rurales. Los proyectos de cultivo y explotación comercial de café o de pimienta o de tejidos artesanales mediante la colaboración entre los miembros de una comunidad son perfectos ejemplos de ello.
En cuanto al desarrollo territorial, hace un planteamiento basado en una visión territorial. Se trata de incorporar todos los recursos de un territorio determinado (ciudad, comarca, distrito, región) y diseñar, a partir de ellos, un futuro para ese territorio en el que todos los actores -empresas, sector del conocimiento, asociaciones cívicas y administración- sumen sus aportes para alcanzar el futuro que se ha diseñado. Un Plan de Desarrollo Territorial contará con una recopilación de los activos locales, una visión de futuro, una propuesta de proyectos prioritarios y una metodología para avanzar en la puesta en práctica del plan.
Como se ve, desarrollo territorial y desarrollo comunitario no son excluyentes sino complementarios. Una vez que se define un plan de desarrollo territorial que es una visión integral del territorio, se pondrán en marcha las distintas acciones que se hayan decidido. Podrá ser un proyecto de capacitación para jóvenes, la puesta en marcha de un plan para el emprendimiento, el impulso a proyectos comunitarios y/o la creación de una marca para el territorio como posibles ejemplos.
La necesidad de combinar ambas herramientas y el valor de insertar el desarrollo comunitario en el
Des. comunitario sin des. territorialmarco de un plan de desarrollo terrritorial está en alinear
los esfuerzos. Sin un plan de desarrollo teritorial previo que oriente cada una de las iniciativas, cada proyecto comunitario avanzará en una dirección que no coincidirá con las de los demás proyectos comunitarios (como dibuja la imagen al margen del texto). El resultado de ello será que el territorio, es decir, sus habitantes, no avanzarán en la mejora de su calidad de vida a pesar de todos los esfuerzos que se hagan por parte de los distintos actores, incluídas las aportaciones que puedan hacer el gobierno de la nación o, incluso, instancias internacionales. En cambio, en cuanto los proyectos de desarrollo comunitarios se llevan a cabo bajo el paraguas de una estrategia de desarrollo de todo el territorio, los esfuerzos se alinean, los resultados se suman y el territorio empieza a avanzar hacia el futuro que se ha marcado.
Des. comunitario + des. territorialPudimos comprobar cómo se produce este fenómeno en otro de los territorios con los que estuvimos trabajando. Se trata de Cuetzalán, en la sierra de Puebla, donde un potente grupo de cooperativas, la Unión de Cooperativas Tosepan, ha desarrollado diversas cooperativas - café, pimienta, canela, turismo, financiamiento- alrededor de proyectos comunitarios pero siempre bajo una misma visión del territorio: procurar el progreso de los habitantes a partir de los frutos de la tierra, con un profundo respeto por la tierra y por su sostenibilidad.
Regresando a las jornadas que pasamos en San Cristóbal de las Casas, nos contaron una experiencia en una de las comunidades. Allí, se consiguió que un grupo reducido de chavos -jóvenes- iniciara una actividad de producción de miel. El problema se presentó cuando, en una segunda fase, se consiguió una aportación del gobierno federal para que ampliaran la actividad adquiriendo colmenas y mejorando sus instalaciones. En ese momento, el jefe de la comunidad obligó a repartir ese dinero entre toda la comunidad impidiendo que fructificara el proyecto de producción de miel. Por supuesto, el dinero se perdió para el desarrollo. Y esa comunidad continuó en su situación de dependencia de los recursos externos en vez de asumir el reto de mejorar, desde dentro, su situación de futuro.
Es muy probable que, si ese proyecto comunitario se hubiera enmarcado en un plan territorial en el que la producción de miel fuera una de las prioridades, eso no hubiera ocurrido. En ese caso, habría habido un control de los recursos y un compromiso de dedicarlos exclusivamente a la finalidad para la que habían sido asignados. En ese caso también, esa comunidad se habría implicado, desde el principio, en un esfuerzo del territorio en el que su parte consistía en generar la mejor producción de miel. Y que esa producción era importante, no solo para la comunidad, sino para el conjunto del territorio que esperaba de ella que cubriera ese aspecto.
Confío haber dejado elementos para clarificar la diferencia entre ambos enfoques del desarrollo así como para afirmar la complementariedad entre ellos y la necesidad de impulsar ambos tipos de desarrollo si se quiere avanzar en la mejora de la calidad de vida de los habitantes de cada lugar.
Agradezco a Jorge Martínez, delegado del INAES de Chiapas en las jornadas, su representación del desarrollo comunitario con el esquema de flechas que he utilizado en este artículo.
(Este artículo ha sido previamente publicado en el editorial de ConectaDEL)