El reto de la gestión del agua en grandes ciudades
Hace pocas semanas fui invitado a participar a unas jornadas sobre gestión del agua que se celebraron en Santiago de Chile bajo los auspicios de Aguas Andinas y la organización de INTA. A las jornadas asistieron profesionales expertos en gestión del agua de más de 10 países, la mayoría de ellos latinoamericanos. Me correspondió moderar alguna de las sesiones así como elaborar el informe final de conclusiones y propuestas. Es el resumen ejecutivo de ese informe el que os expongo aquí.
El encuentro se celebraba bajo el tremendo reto que representa para las grandes ciudades del mundo,
Centro de control de La Farfana (Foto Pablo Puerta)y en especial para las latinoamericanas, el asegurar el suministro de agua de calidad al conjunto de la población ahora y en el largo plazo. Dos grandes retos son los que enfrentan las ciudades para alcanzar ese objetivo: el ambiental y el demográfico.
El doble reto ambiental y demográfico
Ese doble reto se presenta al sumarse los efectos de la concentración creciente de la población en las ciudades y las dificultades que el cambio climático pone al mantenimiento del suministro de agua.
En Latinoamérica, ya es el 80% de la población el que vive en las ciudades y se espera que esa cifra se incremente hasta el 90% en 2030. El cambio climático, por su lado, incrementa el reto del aprovisionamiento de agua por las sequías pertinaces (que conllevan la disminución de los acuíferos por su sobreexplotación) así como por todo tipo de fenómeos naturales extremos como lluvias torrenciales, deslaves, inundaciones o huracanes que pueden colapsar las infraestructuras de suministro y tratamiento del agua.
Tres pilares para abordar ese doble reto
Todo ello dibuja un panorama en el que la gestión del agua en las ciudades, un bien esencial para la vida, requiere de un planteamiento integral, serio y riguroso. De las exposiciones y debates celebrados en las jornadas de Santiago se derivan 3 pilares para abordar estos retos:
Un enfoque territorial del agua
Potenciar la inteligencia de la ciudad
Revisar los modelos de gestión
Complementados todos ellos con la innovación. Innovación tecnológica pero también social, territorial e institucional como veremos en los párrafos que siguen. En resumen, la garantía para la disponibilidad de agua en cada ciudad tendrá que venir de la combinación de las 3 políticas, aplicando soluciones innovadoras a cada una de ellas.
Un enfoque territorial de la gestión del agua
Vista de la planta de La Farfana (Foto Pablo Puerta)Hubo un consenso generalizado sobre que no es posible tratar la cuestión del agua restringiendo su perspectiva a la ciudad sino que deben incorporarse, como mínimo, las cuencas que abastecen de agua la ciudad así como las zonas rurales aledañas que generan los productos con que se alimenta la población.
Además, como expresó una participante al encuentro, “las ciudades crecen para donde quieren”, su expansión no obedece a límites político-administrativos, ni geográficos, sino que se expanden por sobre cuencas y autoridades. Eso hace que sea imperativa una estrecha coordinación entre losdistintos niveles de gobierno del país -local, regional, nacional- para lograr una gestión sostenible del recurso.
Potenciar la inteligencia de la ciudad
Este apartado se deriva de uno de los debates en donde el concepto de "Smart City" fue debatido y rápidamente desbordado para abarcar campos como la participación ciudadana y la gestión de la inteligencia de la ciudad.
Durante los debates, y gracias al aporte de los participantes, introdujimos los conceptos de:"urbanismo social" de Medellín (práctica a escala local) y el de "gestión social del agua" de Uruguay (práctica a escala nacional). Estos conceptos, que han sido ya contrastados sobre el territorio a diferente escala, preconiza en ambos casos la implicación de los ciudadanos en los procesos de definición de soluciones y proyectos como una herramienta básica. Con ella se consigue, a la vez, alcanzar los mejores resultados para la comunidad y mejorar el ambiente social.
Para conseguir esa implicación de la ciudadanía se citaron la educación de la ciudadanía acerca de los retos ambientales así como una información completa y transparente para que la población pueda implicarse en los procesos participativos aportando todo su potencial de propuestas de mejora.
Sobre la Smart City, se planteó si es razonable hablar de Smart City en ciudades en las que, por ejemplo, una parte importante de la población no dispone todavía de agua en sus domicilios. Se presentaron varios modelos de ciudad "inteligente" de los que se derivó al acuerdo general de que siempre será necesario alguien que tome las decisiones; y,con esas decisiones, hará que la ciudad funcione mejor o peor, sea mejor o peor. Además, no solo seguirá siendo necesario que el hombre
Foto Pablo Puertatome las decisiones sino que será fundamental también para el mejor funcionamiento de la ciudad la aportación de los ciudadanos a través de su actitud diaria.
El ejercicio mismo de planificación de la ciudad ha evolucionado desde una perspectiva exclusivamente espacial hacia una perspectiva que integra lo económico, lo social, lo cultural y lo político y que se efectúa en colaboración con los actores que hacen vida en la ciudad: es la ciudad como pacto. Una consecuencia de esa nueva visión de la ciudad como agente conciliador de los diversos intereses requiere de una nueva cultura de gobernabilidad.
Revisar los modelos de gestión
En el evento estaban representados modelos de gestión extremos. Desde el eminentemente privado hasta el público 100%. La conclusión compartida a la que se llegó es que el agua, así como el aire, el clima o la energía tienen una verdad propia que debe ser respetada y que debe estar al servicio de lo público. En lo referente al agua, existe la necesidad de conjugar la autonomía individual con la solidaridad para compartirla. Es para garantizar ese equilibrio por lo que es imprescindible que los países dispongan de una estructura pública potente puesto que el Estado es el único contrapeso que puede preservar el interés público frente a intereses privados.
Además, es necesaria una estructuración del sistema de gobierno en que los 4 niveles -nacional, regional, local y sociedad- estén bien integrados, aportando cada uno de ellos lo que tiene de mejor que los demás, generando consensos y evitándose solapamientos. En este esquema, la descentralización del Estado es esencial, entre otras razones, para permitir las aportaciones de la población a los procesos de decisión en los distintos niveles territoriales.
Se puede acceder al informe completo en esta dirección.