El rol de la participación en la definición de la estrategia de las ciudades intermedias
Inicio este año con un artículo sobre la participación ciudadana y la necesidad de diseñar su aplicación adecuadamente cuando se trata de definir una estrategia territorial. He dividido el texto en 4 apartados:
La dificultad para conseguir la transformación de la ciudad
Los temores de la política respecto a la participación ciudadana
La participación ciudadana como nuevo activo para la gobernanza de la ciudad
Una propuesta para descubrir y experimentar, en su ciudad, mis métodos de trabajo
1. La dificultad para conseguir la transformación de la ciudad
El problema para la transformación de una ciudad -se entiende que hablamos de una transformación deseada, impulsada, canalizada- es que requiere tiempo, años, quizá, decenios. Por lo tanto, se necesita que la ciudad -es decir, el conjunto de sus actores- mantenga su timón orientado en la misma dirección durante todo ese tiempo.
Esa necesidad de persistencia encuentra varias grandes "piedras" en su camino:
los cambios políticos que suelen interrumpir la trayectoria y decidir iniciar otro camino
el paso del tiempo tiende a desdibujar los objetivos, a sumirlos en el olvido de forma que se pierde el impulso ilusionante que se tenía y se vuelve a ser "la misma ciudad de siempre"
Las ciudades intermedias
El secreto para conseguir llegar a buen puerto y conseguir superar las piedras del camino está en dos elementos clave:
En primer lugar, tener una visión del futuro que queremos para la ciudad que sea capaz de ilusionar a la ciudadanía y a los actores locales.
En segundo lugar, se requiere que el conjunto de la ciudad, es decir, no solo la municipalidad sino también ciudadanos y actores locales, se implique y asuma su propia cuota de responsabilidad en el progreso de la ciudad hacia ese nuevo futuro.
Para alcanzar ambos objetivos, la participación ciudadana es imprescindible.
2. Los temores de la política respecto a la participación
El problema con la participación en general, y más aún, cuando se trata de aplicarla a la definición de la estrategia local, está en los recelos de la política frente a ella.
Recelos comprensibles puesto que, en muchos casos, la participación significa que personas autopromocionadas al frente de todo tipo de organizaciones y asociaciones locales tienden a defender posiciones interesadas de sus propias asociaciones cuando no, intereses directamente personales pero, en todo caso, prescindiendo de una visión global de ciudad.
La política teme que el abrir las decisiones a la participación ciudadana tuerza sus planes en direcciones que no tengan sentido o que, incluso, puedan ser perjudiciales para la ciudad.
Suscríbete gratuitamente para recibir más artículos como este en tu buzón:
Y, sin embargo, además de la necesidad expresada en la primera sección de este artículo, hay otro elemento que nos encamina hacia la utilización de la participación. Y ese elemento es la exigencia creciente de la sociedad de participar en las decisiones que le afectan. Y eso se aplica tanto al conjunto de la ciudad como a partes de ella. Así, tanto los barrios como los distintos ámbitos (cultura, comercio,...) de la ciudad quieren tomar parte en las decisiones que les afectan más directamente en la vida diaria en su ciudad.
3. La participación ciudadana como nuevo activo para la gobernanza de la ciudad
Para avanzar en el dilema que he presentado en las secciones precedentes de mi artículo necesitamos cambiar nuestra percepción de los procesos de participación ciudadana. En vez de verlos como una molestia debemos verlos como una herramienta a nuestra disposición que nos permite mejorar todos los proyectos a los que la aplicamos.
Conferencia en la Universidad Comahue, Neuquén, Argentina
La participación ciudadana debe ser el medio que nos permita sumar los conocimientos y las experiencias de la ciudadanía para mejorar el diseño y la definición de cualquier proyecto. Se trata de activar la inteligencia colectiva de la ciudad para mejorar las decisiones de gobierno. ¿Qué tal si sumáramos las opiniones y los consejos de los activistas sociales locales para impulsar la cultura de recogida selectiva de residuos entre nuestros conciudadanos? ¿Qué tal si incorporamos la inteligencia de los taxistas y conductores de colectivos para rediseñar el sistema de movilidad? ¿y las ideas de los vecinos para definir cómo debe ser la urbanización de la plaza central de su barrio? Espero que estemos todos de acuerdo en que sería fenomenal poder hacer todo eso.
Sí, sería fenomenal poder aprovechar todo ese caudal de inteligencia colectiva en la acción de gobierno. Y para que la participación sea la herramienta poderosa que nos permita hacerlo, es imprescindible diseñar cada proceso participativo a la medida de sus objetivos.
En efecto, lo que es un fracaso asegurado es la aplicación de la misma receta para cualquier proceso participativo que ponemos en marcha. Al contrario, cada proceso participativo debe ser cuidadosamente diseñado antes de ponerlo en marcha: ¿cuál es el objetivo? ¿qué duración tendrá el proceso? ¿qué etapas vamos a cubrir? ¿con qué calendario? ¿a qué colectivo(s) vamos a implicar? ¿cuántas personas? ¿qué personas? ¿qué técnicas participativas utilizaremos -entrevistas, encuestas, reuniones, talleres, debates,...-? ¿cuántas sesiones? ¿qué punto de partida tomaremos? ¿qué resultados queremos alcanzar -el incremento en las tasas de recogida selectiva de residuos, la mejora de la movilidad en el centro de la ciudad, el diseño de una plaza para su uso óptimo por parte de los vecinos,.....o la definición de la estrategia de ciudad-?
Solo podremos tener éxito si desarrollamos los procesos participativos y la gestión de sus dinámicas a partir de las técnicas adecuadas. Eso es, los procesos participativos exigen la implicación de profesionales especializados capaces de diseñar y gestionar los distintos procesos desde el punto de vista de la participación. Obviamente, según el tipo de proceso requeriremos también de la implicación de profesionales especializados en el contenido de cada proceso: especialistas en gestión de residuos, en movilidad, urbanistas,.....o en estrategia territorial.
4. Una propuesta para descubrir y experimentar, en su ciudad, mis métodos de trabajo
Taller estratégico en Morelia, México
Puesto que la participación es imprescindible para definir una estrategia local con vocación de éxito, todos los procesos estratégicos que dirijo incorporan la participación ciudadana mediante una metodología y un diseño muy específicos para cada proceso.
¡En estos primeros días del año, os deseo, personal y profesionalmente, un excelente 2018!