Ha muerto Juan Carlos.....
Lo siento, hoy no va de innovación. Hoy estoy triste porque ha muerto Juan Carlos. Él tenía un bar en esa zona de Manresa que, a pesar de estar tocando el centro de la ciudad, es poco transitada. Un rincón del barrio viejo de la ciudad, donde ya empieza a llegar la rehabilitación, pero un rincón todavía estigmatizado por una imagen de viviendas en mal estado y de gente humilde y "de mal vivir".
En ese rincón, Juan Carlos regentaba El Camarón, un bar pequeño, siempre limpio, con imágenes del Camarón de la Isla, decorado con unas láminas de arte moderno publicadas por algún periódico nacional y con algunos detalles propios: un calendario del Frente Zapatista de Liberación Nacional, un letrero prohibiendo los comportamientos homófobos o una pintura de Toni Ferrer, un pintor local genial pero perdido por culpa de las drogas, representando al Camarón y a Ramón, propietario de otro bar "cutre" para noctámbulos de madrugada.
Me duele especialmente, como nos dolía al centenar largo de clientes del Camarón/amigos de Juan Carlos que acudimos ayer, domingo, a las 9h15 al funeral en la Seo gótica de Manresa, porque todos teníamos en El Camarón un refugio en el que siempre éramos bien recibidos. Ya fuera para encontrar a alguien con quien charlar y tomar unas cañas (vaso de cerveza, para los muchos latinos que leéis esto desde el otro lado del Atlántico) ya fuera para estar solos aunque sintiendo la presencia de otras personas amigas.
Seguro que es difícil transmitir lo que era el Camarón para que lo entendáis los que no habéis podido estar allí. Los clientes éramos una mescolanza de tipos y orígenes en la que cabía todo: punkys, okupas, colgados, drogadictos varios, independentistas, gitanos, homosexuales, seguratas de salas de fiesta, árabes, y también, por supuesto, gente "normal". Lo maravilloso era que Juan Carlos conseguía que todos nos respetáramos y nos apreciáramos. Allí nadie tenía etiquetas, sólo éramos personas: Jordi, Raquel, Paco, Inma, Xavier o....
Montones de cerveza; entre cañas, quintos y medianas, se consumían las noches del Camarón. Nunca una pelea en 5 años que he estado yendo allí. ¿Música? la que le apetecía a Juan Carlos en cada momento ("el que quiera que le pongan su música que se vaya a pagar 3€ por la caña en otro sitio"). Y así, disfrutábamos noches del flamenco más profundo, o de Serrat, de Rollings, de El Arrebato, de La Cabra Mecánica, de rumba o de melancolía, según el ánimo de nuestro huésped.
Ya os he dicho que no iba a hablaros hoy de innovación. Hoy, el alma me pedía dedicarle un recuerdo a un amigo que, a su manera, hizo Manresa y le aportó su respeto por todo el mundo y su oasis de convivencia.
Juan Carlos, hasta siempre. Nos acordaremos de tí cada vez que esté a punto de escapársenos un "¡me voy al Camarón!" y sintamos, entonces, una punzada en el corazón y nos demos cuenta de que nuestro mapa de Manresa tiene un vacío, un agujero, que va a costarnos mucho llenar. Gracias por todo, Jaun Carlos, gracias.