La Concientización de los actores locales, paso ineludible para un desarrollo eficaz
Un tema clave aunque parezca insulso.
Introducción
La transformación que se impone en nuestras ciudades y territorios tras la prolongada crisis que el mundo está padeciendo desde 2008 (financiera, climática, sanitaria, de la globalización, alimentaria, energética e, incluso, con casos de ataque a la democracia) significa no solamente un cambio en las políticas a aplicar (muy bien enunciadas por los ODS y por la Agenda Urbana de la ONU) sino que requiere de un gran esfuerzo pedagógico para transmitir al conjunto de la población mundial el racimo de nuevos valores que van a ser la base del nuevo paradigma que estamos y que vamos a seguir gestando entre todos.
Esta necesidad de pedagogía está ahí por dos grandes razones. En primer lugar, para luchar contra la incertidumbre que siente gran parte de la población mundial ante el derrumbe de tantas verdades que parecían inamovibles hasta hace bien poco tiempo. En segundo, porque, si bien es cierto que nadie, a día de hoy, está en disposición de decir cómo se reorganizará el mundo en los años más inmediatos, sí podemos afirmar cuáles van a ser los conceptos sobre los que se construirá la nueva realidad del mundo y la gente necesita conocer esa información para abordar el futuro con mayor tranquilidad.
Uno de esos conceptos fundantes del nuevo paradigma es el de la colaboración. La colaboración a todos los niveles para generar valor común. Colaboración internacional, entre gobiernos nacionales, colaboración nacional, entre los gobiernos nacionales y sus gobiernos subnacionales y también, al nivel local, colaboración entre la municipalidad y los actores locales.
¿Qué ocurre en el ámbito local?
Esta colaboración entre actores locales (o territoriales, si hablamos de una región, provincia, departamento o estado) en la práctica es bastante precaria cuando no, prácticamente inexistente salvo en casos muy puntuales. Lo habitual es que cada uno de los grupos de actores de un territorio -administración pública, conocimiento, empresa y sociedad civil- defiendan sus intereses e, incluso, pueden llegar a definir, en colaboración, planes sectoriales para su ciudad. Pero es muy raro que se unan para defender, juntos, los intereses del territorio que comparten. Y eso es, justo, lo que más se necesita en la nueva etapa.
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Las municipalidades, en realidad, tampoco suelen colaborar con sus administrados. Lo único que acostumbran es a compartir información con ellos. Es decir, la municipalidad toma una decisión y, seguidamente, informa de ella a la población local y a sus representantes. Pero esa población no ha podido participar en la toma de la decisión y, en consecuencia, no se siente comprometida con ella; en el mejor de los casos, permitirá, sin oponerse a la decisión, que la administración avance con su despliegue.
Este proceder implica una tremenda pérdida de energías que acelerarían la puesta en marcha de las decisiones y multiplicaría sus efectos positivos. Eso es, qué diferentes serían las cosas si la decisión fuera compartida -codecisión- y, en ese caso, se encontraran todos los actores locales aportando, sumando y empujando para su despliegue.
Y esa es, precisamente, una de las condiciones que va a diferenciar a los territorios. Los que sean capaces de adaptarse y progresar en la nueva realidad de aquellos que sigan con las dinámicas “clásicas”. Los primeros, aprovecharán todo el potencial de su territorio y de sus actores locales logrando así transformarse y ofrecer a sus habitantes un nuevo entorno más vibrante, sostenible e inclusivo cada día. Los demás se quedarán atrás, incapaces de transformarse al ritmo que necesitan sus habitantes. Los primeros se proyectarán hacia el futuro y sus comunidades prosperarán mientras los segundos languidecerán y caerán en un lento pero imparable declive.
¿Qué ocurre, en el ámbito local, con el plan de desarrollo?
Lo que ocurre hoy , de forma muy simplificada, es que se suele llevar a cabo en dos fases:
La definición del plan de desarrollo
La implementación del plan
Este planteamiento genera varios errores frecuentes
La definición no se lleva a cabo mediante un proceso de codefinición participativa sino mediante el encargo a un experto (consultor, universidad,..) que se encarga de recopilar información y destilar de ella el proyecto que le parece que mejor va a encajar en ese territorio
La implementación se suele dejar al albur de los distintos departamentos municipales, casi siempre sin ninguna dirección y coordinación del conjunto del despliegue del proyecto.
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En ese esquema, los actores tienen un papel completamente secundario en la fase de definición
porque no se cuenta demasiado con ellos (se les considera únicamente para valorar y comentar los planes ya predefinidos por la administración pública ya sea directamente o por medio de consultores)
porque los actores perciben la definición de los planes como una función de la administración (aunque ya les gustaría poder incidir mucho más en ellos)
y, si se convocan procesos participativos, participan poco, precisamente porque tienen muy claros los dos primeros puntos que acabo de mencionar; es decir, la poca trascendencia que su participación puede tener.
La consecuencia directa de esa poca incidencia de los actores en la definición de los planes es la ausencia de su posterior implicación en la fase de implementación y ello redunda en planes o proyectos sin capacidad ni de transformación ni de perdurar más allá del mandato político actual.
La solución
La solución para soslayar este grave problema es la de implicar activamente a los actores locales desde el mismo momento incial del plan de desarrollo. Es decir, se requiere la participación activa de los actores tanto en la fase de definición como en la de implementación del plan de desarrollo.
Para alcanzar ese objetivo, las ciudades necesitan incorporar, antes de iniciar la definición de su plan, una nueva fase previa: la de concienciación de los actores locales.
De esa forma, el proceso de un Plan de Desarrollo Local o Territorial va a necesitar de una previa y de tres etapas:
como condición previa la autoridad política debe ejercer un liderazgo colaborativo
Etapa 1: Concienciación y presentación a los actores de la necesidad y de la voluntad de iniciar el camino conjunto de un plan de Desarrollo Local
Etapa 2: Co-definición del Plan entre todos los actores
Etapa 3: Despliegue y desarrollo conjunto del Plan
Solo mediante este proceso conseguiremos construir un equipo de ciudad con el que abordar proyectos transformadores de ciudad.
Conclusión
Si se aspira a impulsar un proceso de transformación eficaz y perdurable de las condiciones del territorio, es imprescindible introducir una fase inicial de concienciación de los actores locales en el proceso de definición de cualquier Plan de Desarrollo Local o Territorial.