Participación y descentralización, retos para un mejor gobierno
De mi reciente viaje a Chile me ha surgido con fuerza la necesidad de escribir acerca de la participación y la descentralización. Se trata de dos conceptos que van de la mano de las nuevas formas de gobierno, que son complementarios y que encuentran fuertes resistencias en las administraciones que deberían aplicarlos en la medida en que son vistos como una pérdida de poder.
La descentralización, que lleva decenios de historia en Europa, es el concepto que permite aplicar la subsidiariedad. La subsidiariedad propone que cada servicio, cada necesidad pública, cada decisión, sea gestionada por el nivel administrativo -nacional, regional, local- que más eficientemente puede prestarlo.
Para poner unos ejemplos muy claros, parece obvio para todo el mundo el que la recogida de basuras
(Imagen de José Linares Gallo)
debe gestionarse por la administración local mientras que el ejército o el servicio diplomático son servicios que debe prestar la administración nacional.
Está claro que he puesto unos ejemplos muy evidentes pero no todos los que podamos citar lo serían tanto. Así por ejemplo, ¿cómo gestionar la educación o la salud? Hay desde modelos puramente nacionales hasta modelos compartidos en que los recursos son aportados por el país pero son gestionados por las regiones siguiendo criterios nacionales o, incluso, como en Valparaíso, algunas escuelas públicas municipales.
Y así podríamos ir revisando distintos servicios -vivienda, infraestructuras, agricultura, economía, servicios sociales,....- y distintas fórmulas de gestionar su prestación en distintos países.
Su grado de desarrollo es distinto en cada país y Chile probablemente sea uno de los países que siguen más centralizados.
La participación, de otra parte, es una demanda cada vez más insistente de las sociedades de todo el mundo. Sin duda Internet ha influído notablemente en ello al difundir a todas partes información sobre la vida y la sociedad de cada lugar del mundo generando así deseos de alcanzar mayores cotas de bienestar y libertad en todas partes del mundo y aportando a los ciudadanos un nivel de información mucho más elevado que el existente algunas décadas atrás.
La sociedad no se conforma ya con votar cada 3 o 4 años a quienes deben gestionar lo público sino que quiere ser consultada y quiere poder influir en las decisiones que más le preocupan o afectan también durante esos 3 o 4 años.
(Imagen de Irekia.eus)
Sin duda hay muchas experiencias de participación a diversos niveles. Los referendums son una de ellas pero se suelen utilizar muy raramente y sólo para temas considerados muy importantes o delicados, excepto en Suiza donde los realizan varias veces al año. Al nivel local, Porto Alegre mostró la vía para realizar presupuestos participativos. Una vía que ha sido seguida posteriormente por muchas otras municipalidades en distintas partes del globo con distinta fortuna.
Hemos aprendido mucho sobre la participación, cómo hacerla y sus beneficiosos resultados cuando se hace adecuadamente. Pero sigue generando todavía muchos recelos en muchos lugares, probablemente por una falta de conocimiento de sus mecanismos y de las circunstancias en que debe/puede aplicarse.
Una frente a otra
Queda mucho por aprender todavía en ambas vías pero me interesaba incidir aquí en que son dos caras de una misma moneda: la mejora de las formas de gobierno.
Ambas van en la misma dirección:
la descentralización consiste en delegar o transferir competencias de los gobiernos nacionales a los regionales y/o locales para que atienda a cada problema aquella administración que está mejor preparada para ello.
la participación trata de contar con los ciudadanos en las decisiones que toma la administración a cualquier nivel: nacional, regional o local.
En ambos casos, una administración transfiere a otro nivel una capacidad de decisión con el ánimo de que esa decisión sea más acertada y más adecuada a los deseos y los intereses de la sociedad que va a recibir sus efectos.
Ambos son cambios necesarios en las formas de gobierno para el S.XXI y son una vía imprescindible para la mejora de la calidad de vida en nuestras sociedades.