"¿Por qué?" o "¿Para qué?" hacer participación?
Estaba ayer pedaleando en el gimnasio al que suelo ir, dándole vueltas, como tantas veces, a alguno de los argumentos necesarios para conseguir que más personas asuman las claves necesarias para impulsar el desarrollo territorial. Y estaba pensando en un proyecto que voy a retomar en octubre y en el que la participación ciudadana tiene un papel fundamental. Pensaba en cómo convencer a alguno de los actores implicados en el proyecto acerca de la importancia de la participación y, de pronto,
se me encendió una lucecita para iluminar un poco más este asunto tan fundamental y, a la vez, tan poco comprendido. En el post de hoy os cuento lo que significa la doble pregunta del título de este post y, al final, os sugiero leer un texto muy bueno de Josep Maria Pascual Esteve que aclara, desde la práctica real, muchos conceptos sobre participación.
La participación como herramienta reactiva....
Si preguntamos cuál es el motivo de utilizar la participación en los procesos de decisión de las administraciones públicas -sobre todo en las locales-, nos van a dar respuesta del estilo de:
porque la sociedad lo exige y, si no se hace así, aparecen problemas
porque es la forma de conseguir la "aprobación social" para la ejecución del proyecto
porque así es como se hace en el S.XXI
porque así es como nos han dicho que hay que proceder
Y, si os fijáis, esas son respuestas a la pregunta "¿Por qué utilizamos la participación?" pero ninguna responde a la pregunta "¿Para qué?". Además, esas respuestas son claramente reactivas. Es decir, transmiten la visión de la participación como un proceso que estamos obligados a asumir y con el que no nos queda más remedio que cargar. Dicho de otra forma, para quien da estas razones, los procesos participativos son una obligación que sirve para paliar determinados inconvenientes y son, en todo caso, una especie de "mal menor" que debemos aceptar para conseguir salir adelante con nuestros proyectos.
Entender la participación de esta forma reactiva es ir a un fracaso seguro en cualquier proyecto que vayamos a abordar. Lo que debemos hacer es darle la vuelta a la cuestión y considerar...
... la participación como una herramienta proactiva
Eso es, no veamos la participación como un lastre que estamos obligados a arrastrar sino como una potente herramienta que va a permitirnos mejorar notablemente nuestros proyectos y que, además, va a garantizar la satisfacción social. Veamos por qué y cómo eso va a ser así.
Hagámonos una pregunta previa
Empecemos por plantearnos la siguiente pregunta: "¿Tiene el gobierno local la capacidad de transformar, por si solo, la ciudad?"
La respuesta evidente es NO. En realidad, el gobierno local (y el regional) tienen una capacidad bastante limitada de transformación de la realidad de los territorios que administran si enfoncan los problemas en solitario.
Pensemos, sino, qué capacidad tiene una municipalidad para resolver, por sí sola, los problemas de movilidad, de residuos, de seguridad, de pobreza o de desarrollo económico, entre otros. Y está claro que, sin contar con la sociedad civil y con sus actores -academia, empresa, ONGs e instituciones civiles-, será prácticamente imposible resolver ninguno de esos problemas. La colaboración activa de la ciudadanía es imprescindible en todos los casos.
¿Para qué vamos a utilizar la participación?
Por eso, al pensar en nuestro próximo proceso participativo, planteémoslo desde el principio contestando a la pregunta "¿Para qué vamos a utilizar la participación?".
Y este "para qué" es claro. Con el proceso participativo lo que vamos a pretender es generar valor. Y vamos a buscar generar un valor doble. En primer lugar, al contar con muchos más puntos de vista sobre la cuestión a tratar, vamos a poder diseñar una mejor solución. En segundo lugar, una participación real va a permitirnos conseguir la implicación de los ciudadanos y de los actores locales en la ejecución y el despliegue del proyecto. Eso es, con la participación debemos buscar sumar conocimientos, esfuerzos, recursos y actitudes que garanticen el éxito de los proyectos a llevar a cabo. En consecuencia, será cuando nos preguntemos "¿para qué?" cuando seremos capaces de multiplicar el valor de un proyecto para nuestra ciudad.
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Un documento muy clarificador
Por supuesto, en participación se dan muchas situaciones distintas dependiendo del proyecto del que estemos hablando. En mi trabajo habitual, yo me refiero a proyectos de definición estratégica de ciudades y regiones pero ese es solo un tipo de proyecto. En otros casos se puede tratar de la forma de reducir la congestión de tráfico en la ciudad, o bien de cómo gestionar el ahorro de agua o, más sencillo y frecuente, el diseño de los usos de un espacio público. En todos los casos la participación de la sociedad es muy importante si bien, en cada uno de ellos, el proceso de participación va a tener que articularse de forma distinta.
Para descubrir criterios y parámetros a aplicar en casos distintos, os recomiendo el excelente cuaderno preparado por Josep María Pascual Esteve para la Asociación África América Europa de Regiones y Ciudades, AERYC. El cuaderno se titula "La participación como factor de fractura o de cohesión social. ¿Participación es decisión?". Es un trabajo breve e intenso del que recomiendo vivamente la lectura a todos los que, de un modo u otro, tengáis que relacionaros con procesos participativos.