Reindustrialización (1): sobre la responsabilidad de la administración
La industria, como os contaba en un ya lejano artículo que sigue entre los más leídos de mi blog (de febrero de 2007), es esencial para la economía de cualquier teritorio. Más aún tras las deslocalizaciones masivas vividas durante los últimos 10 a 15 años. Actualmente, no obstante, han empezado procesos de relocalización o reindustrialización, un fenómeno que se está produciendo en los países que perdieron empleo industrial durante la expansión de la globalización. Pero también otros territorios pueden aspirar a incorporar industria a sus actividades económicas bajo las condiciones que va a requerir la nueva industria.
El reto ahora está, no tanto en recuperar la industria perdida sino en poder generar y acoger la nueva industria. Eso significará, esencialmente, la capacidad de generar decenas o centenares de miles de nuevos empleos industriales. Hoy os voy a hablar acerca de la responsabilidad determinante de los gobiernos, nacionales y regionales en la construcción del futuro industrial de su territorio. En mi próximo artículo me centraré en lo que puede hacerse en este sentido desde el ámbito local.
Un plan para la reindustrialización
Un ejemplo de política de reindustrialización es el que ha lanzado el Presidente Obamaen los Estados Unidos de América. Su objetivo es la creación de una red de "Institutos de Innovación de la Producción"que permitan a las pequeñas industrias mantenerse en la punta de las tecnologías de
producción. El primero de estos centros es el laboratorio de impresión en 3D de Youngstown, Ohio (en la imagen de la derecha) que se ha constituído apartir de 45M$ de aportación federal y otros 40M$ de empresas industriales, universidades, escuelas y ONG's. El objetivo de Obama sería crear una red de 15 centros similares con un presupuesto, pendiente de aprobación por el Congreso, de 1.000M$.
El plan tiene, a la vez, fervientes partidarios y fuertes detractores. Los detractores aducen que éste no es el papel de la administración y que los criterios del gobierno para la selección de especialidades tecnológicas van a ser políticos en vez de ser económicos. Según ellos, sólo la industria es capaz de decidir cuáles son las tecnologías de futuro.
Los partidarios, en cambio, defienden que la industria adopta las tecnologías únicamente una vez que están desarrolladas y cuando ya están claros su éxito y su eficiencia. Pero será quien las haya investigado y desarrollado quien las domine y las siga controlando en el futuro. Por lo tanto, si se quieren controlar esas tecnologías la única opción es apostar por ellas desde su misma investigación y eso conlleva evidentes riesgos de fracaso. De hecho, el impulso de la I+D es un rol comparable al de los "business angels" frente a los emprendedores: saben que un número elevado de los proyectos que financien fracasará pero confían en que los éxitos que alcancen les compensarán económicamente. Por eso me parece evidente que en este papel debe estar la administración pública (nacional, regional y local) para ayudar y complementar los recursos de la industria y la universidad.
Otro argumento en contra del Plan Obama sería el que afirma que la nueva industria creará únicamente pequeños centros de trabajo (basados en tecnologías como la impresión 3D) y, en consecuencia, pocos empleos. Sin embargo, no parece que esta afirmación sea de aplicación general a la industria sobre todo si hablamos de los productos de gran consumo (pensemos, por ejemplo en la industria del automóvil, la telefonía o las nacientes industrias de generadores solares o eólicos).
Sobre los (demás) efectos de la deslocalización
Andy Grove, fundador de Intel, añade otro punto de vista interesante a la reindustrialización en este artículo en Business Week. Empieza señalando que el índice de paro en Silicon Valley está por encima de la media de los Estados Unidosy dedica el artículo a analizar las razones de esta inesperada situación para sacar conclusiones de la misma.
El resumen es que las empresas de Silicon Valley se han olvidado del “scaling” -el crecimiento-. Es decir que se han concentrado en la idea del negocio, su creación, su desarrollo y......el traslado de la producción a China. Grove dice que, en su época, a poco de crear la empresa, ya les absorbía la cuestión de cómo crecer, cómo debía ser su planta de fabricación, la logística necesaria,..... Y eso ocurría con Intel, Tandem,
Sun, CISCO,....
Al ir creciendo los sueldos y los costes sanitarios (sic) a lo largo de los años, las empresas empezaron a desplazar producción e incluso ingeniería a China y a otros países en desarrollo. Eso multiplicó los beneficios pero se atascó la maquinaria norteamericana de generación de empleo.
Un factor de 10
Para las empresas tecnológicas americanas, la situación está en un factor de 10: 10 trabajadores en China por 1 trabajador en los EEUU. Si se analiza el fenómeno desde el punto de vista de la inversión de cada empresa en relación al número de empleados que tiene en los EEUU. En el caso de Intel, esa cifra es de 3.600$ por empleado mientras que en las empresas de creación más reciente, esa cifra se dispara hasta los 100.000$ por empleado.
El resultado es que se crean empresas, generan beneficios pero generan empleo solo en terceros países. Andy Grove se pregunta qué tipo de sociedad se está generando en la que habrá un puñado de empleados con sueldos muy elevados frente a una gran masa de desempleados.
La situación se hace todavía más grave con el paso de los años porque en algunos sectores no son solo los empleos lo que se deslocaliza sino que se exporta también la innovación y el crecimiento. Es decir, los
conocimientos de innovación, crecimiento y producción están en el exterior lo que equivale a decir que el país los ha perdido. Y eso concuerda con los datos de que 600.000 empleos cualificados en producción están sin cubrir en EEUU por falta de candidatos que cumplan los requisitos.
La gran conclusión de Grove es que es un error basar el desarrollo exclusivamente en el emprendimiento y en los “empleos del conocimiento”. Al contrario, es imprescindible desarrollar una política industrial centrada en el empleo.
Algunas conclusiones
Se ratifica la gran importancia de la industria por la cantidad de empleos que genera.
La deslocalización industrial acaba empobreciendo el capital humano del país no solo en cuanto al conocimiento de la producción, sino también en cuanto al de la innovación y del crecimiento de empresas.
La adminisración pública tiene responsabilidad directa en la industrialización/reindustrialización y debe invertir en:
infraestructuras y recursos para la I+D tecnológica
infraestructuras y recursos para la transferencia tecnológica a las empresas
incentivos para que las empresas produzcan localmente
Para una nueva política de desarrollo económico centrada en el empleo se requiere atender a los dos ejes potenciales de creación de empleo:
Una nueva política industrial que se centre en estimular la creación de empleo local
El emprendimiento