Smart City, (solo) una herramienta para la estrategia local
Me interesa hoy posicionar el concepto de Smart City respecto a la estrategia de futuro de las ciudades. Y mi tesis es que convertirse en una Ciudad Inteligente no puede ser una estrategia de ciudad.
Ser una Smart City -SC- o una Ciudad Inteligente es algo así como un estatus que van a ir alcanzando, progresivamente, las ciudades. Quiero decir que es comparable a disponer de un sistema de recogida de basuras o un sistema de alumbrado de las calles. Vamos camino de que sea una realidad de todas las ciudades del mundo si bien, está claro que unas la alcanzarán antes que otras. Y, al igual que disponer de un
(Imagen: nerel.org)
sistema de alumbrado público no es una estrategia, sino una necesidad, el ser una Ciudad Inteligente tampoco es una estrategia en sí misma sino una herramienta para la mejora de la eficiencia en la gestión de la ciudad.
En efecto, podemos afirmar que todas las ciudades evolucionan o evolucionarán para ser ciudades inteligentes como evolucionarán también hacia la sustentabilidad. Al no ser éstas características diferenciadoras, no deben convertirse en estrategia de ninguna ciudad.
La evolución de la Smart City
La Smart City, concepto que, en sus orígenes nació para aplicar tecnologías a la gestión de la ciudad a imagen de como se hacía ya en las empresas, ha ido evolucionando en su significado. Esa evolución se ha producido a medida que, con la práctica, se iban haciendo varias constataciones:
El planteamiento de controlar una ciudad a partir de una plataforma que integrara todos los sistemas de la ciudad, idea que sustentaba el concepto inicial de Smart City, es irreal y, caso de poder alcanzarse algún día, falta mucho tiempo para ello. Las ciudades son entes incomparablemente más complejos que una empresa que tiene un objetivo determinado y unos departamentos cuyas funciones están muy bien definidas.
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En los sistemas de la ciudad en los que la tecnología permite mejorar su eficiencia (el ahorro en el alumbrado, el ahorro en el uso del agua de riego, la optimizacion de la gestión de la recogida de basuras o la del parqueo en las calles) las empresas concesionarias a cargo de los respectivos servicios ya están implantando esas tecnologías puesto que representan mejoras significativas y ahorros de costes. Y para hacerlo no necesitan del concepto de Smart City como justificación.
Los municipios que adoptaron el concepto desde el principio, se dieron cuenta muy pronto de que los ciudadanos no percibían los beneficios de la Smart City.
Como consecuencia de todo ello y de la voluntad de los gobiernos de responder a la creciente exigencia ciudadana de ser tenida en cuenta en las decisiones que influyen en el funcionamiento de la ciudad, se ha producido un desplazamiento del concepto SC hacia un concepto de ciudad centrada en el ciudadano y en la que se experimentan formas de involucrar al ciudadano en el funcionamiento de la ciudad. Para apoyar esa evolución se introdujeron términos como “smart citizen” o “ciudadano inteligente” o también el de "citizen-centered city" o "ciudad centrada en el ciudadano" y se ponen en juego las potencialidades de los teléfonos.....inteligentes.
En definitiva, al no encajar el concepto inicial de SC ni con las necesidades de la ciudad ni con las posibilidades reales de la tecnología, se hace derivar el concepto de SC de manera que incorpore las tendencias de las ciudades, participación del ciudadano, ciudad verde,.....etc. de manera que al hablar de Smart City se quiere estar hablando de la Ciudad del Futuro.
La Smart City tiene dos caras
La SC top-down o “de arriba abajo” es la que consiste en los sistemas de gestión de subsistemas de la ciudad (tráfico, energía, agua, residuos,...) en los que las tecnologías se incorporan de manera natural a medida que se hacen disponibles y asequibles para las ciudades. Esta faceta de la SC está, lógicamente, impulsada por los departamentos especializados de las administraciones municipales con el apoyo de las empresas proveedoras de servicios y tecnologías.
La SC bottom-up o “de abajo arriba” es aquélla en la que los ciudadanos son el objetivo de las mejoras y son también una parte activa, a veces en la aportación de soluciones y, a menudo, en el mismo funcionamiento de las nuevas soluciones implantadas. En este apartado entran los “Datos Abiertos” (Open Data) y las aplicaciones (apps) para teléfonos inteligentes. En este caso, los nuevos servicios que se activan pueden tener que ver con cualquier departamento de la administración municipal (movilidad, mayores, seguridad,....). En realidad, ésta es la faceta que va a requerir introducir inteligencia en la ciudad. Y, para ello, obligará a mejorar la transparencia del ayuntamiento, a cambiar su organización interna para transversalizarla, a crear nuevas formas de gobernanza para incorporar la voluntad de los ciudadanos en más y más decisiones, etc. Y, como véis, todo eso tiene mucho de "soft" y poco de "hard"; mucho de inteligencia y poco de tecnología.
Estrategia local y Smart city
Desde luego, es necesario introducir las tecnologías en todos los departamentos y servicios para mejorar la administración y la ciudad. Pero eso no va a llevar, por sí mismo, a la ciudad a una transformación que le aporte ni competitividad económica, ni sustentabilidad ambiental ni cohesión social. De hecho, tampoco la va a hacer más inteligente.
Por todo lo comentado, se hace difícil imaginar cómo una ciudad pueda diferenciarse significativamente y a largo plazo mediante la implantación de estos conceptos. Por eso la Smart City no puede ser una estrategia para la ciudad. En el tablero de juego de la ciudad, la SC va a ser una herramienta más de la que la ciudad va a disponer para enfrentar todos los retos que se plantee y alcanzar los objetivos que le defina su estrategia de ciudad.