TERRITORIOS EN CRISIS?
Estas navidades he seguido con mi tradición de los últimos años de ir a descansar unos días en alguna región española en la que disfrutar del "dolce farniente" mientras cargo las pilas y aprovecho para reflexionar. En esta ocasión, he aprovechado una amable invitación para viajar hasta Laredo, una preciosa ciudad a orillas del Mar Cantábrico.
Y me cuenta una persona del lugar que Cantabria se ha quedado sin industria por la combinación de los efectos de
la globalización -que ha hecho cerrar las escasas fábricas o reducir drásticamente la producción en otras por las deslocalizaciones- y por las decisiones de algunos de los líderes regionales (me citan al banquero Botín entre ellos) de "preservar" su tierra dedicándola en exclusiva al turismo y a la naturaleza. Con el problema de que la temporada de turismo en el Cantábrico, a causa del clima, muy húmedo y lluvioso, dura dos meses a duras penas y, por lo tanto, es un recurso claramente insuficiente para mantener la economía de la región.
Me cuenta también que la existencia de un fuerte polo industrial a pocas decenas de kilómetros (el País Vasco), combinada con la falta de tradición industrial de la región, hace que cualquier nueva empresa prefiera implantarse en el vecino entorno vasco, mucho más favorable para ello. Y que la apuesta del gobierno vasco desde hace años por el impulso a la tecnología, la innovación y la industria refuerzan esta tendencia.
Aún más, me cuenta que la potencia del puerto de Bilbao frent
e al de Santander ahonda todavía más en el problema. La persona que me cuenta todo eso, incluso opina que la decisión de separar Cantabria de Castilla en el momento de la definición del mapa de las regiones autónomas españolas -la Constitución de 1978- fue un error para Cantabria pues Santander (la capital de la región cántabra) dejó de ser "el puerto de Castilla".
En fin, como véis, si hacemos caso a mi contertulia, Cantabria no tiene solución. Y, en el marco de la actual crisis, pareciera que en el futuro se atisban todavía más nubarrones.
Esta situación es perfectamente comparable a la de muchos otros territorios: países, regiones, comarcas, ciudades, que pueden sentirse, ahora mismo, fuera de la carrera de la competitividad económica entre territorios y sin recursos para abordar el futuro con ciertas garantías. Y, sin embargo,
HAY SOLUCIONES
Es verdad que no hay recetas milagrosas que cambien la situación de la noche al día. No, no las hay. Pero sí hay salida para aquéllos que estén dispuestos a ponerse a trabajar desde ¡ya!, con seriedad, para empezar a recoger los frutos dentro de unos años.
La solución empieza por entender que hay que entrar en un nuevo modelo de generación de riqueza que ya no puede pasar por la producción de bienes que, hasta ayer, producíamos en nuestra fáricas pero que se producen ahora a mucho menor coste en otros países o continentes. El futuro no vendrá a través de la recuperación de las fábricas cerradas o de otras pareci
das. El futuro debe construirse a partir de nuevas actividades basadas en la materia prima de que dispone cualquier territorio: el conocimiento. Es decir, la capacidad de sus personas -eso que se suele llamar, capital humano- para idear y desarrollar nuevos bienes y servicios para el mundo.
Y ¿cuáles serán esas actividades para cada territorio? No lo sabemos, serán las que imaginen y desarrollen las personas, las actividades que encuentren en nuestro territorio la mejor base para crecer y llegar a los mercados globales. Por eso, para los responsables de las políticas de desarrollo económico no se trata tanto de definir cuáles deben ser esas actividades, sino, más bien, de crear las condiciones más favorables para que esas actividades encuentren en nuestro territorio el mejor entorno posible.
Y, para eso, os propongo tres líneas de trabajo aplicables a cualquier lugar:
1) la apuesta por el conocimiento, porque en un mundo en que la materia prima es el conocimiento, es fundamental estimular su desarrollo en el sentido más amplio del término: de las ingenierías a la economía, de las artes a la sanidad, de la historia a los idiomas. A mayor variedad y calidad de conocimientos, mayor posibilidad de generar nuevos valores, a veces económicos, a veces, sociales, pero ambos igualmente necesarios para una sociedad avanzada.
2) la apuesta por la emprendeduría. Estimular la aparición de emprendedores que creen nuevas actividades, emprendedores que creen y hagan crecer las empresas del futuro es también fundamental para el desarrollo de nuestro territorio. Porque las empresas no son sólo riqueza económica, sino que aportan también puestos de trabajo y garantizan la vida y el dinamismo de cualquier comunidad.
3) la colaboración entre los agentes del territorio, porque sólo aunando los esfuerzos de los agentes locales (administración, sectores empresariales, universitarios, financieros y/o culturales) puede un territorio plantearse definir y canalizar su futuro. Ya pasaron los tiempos en que la administración podía poner en marcha un sector económico determinado; también pasaron los tiempos en que una empresa podía, por sí sola, dotarse de los recursos necesarios para competir en el mercado global. Ahora, a cualquier escala, desde los países hasta los municipios, los agentes de la triple hélice -administración, universidad y empresa- necesitan colaborar y sumar sus fuerzas si quieren tener alguna posibilidad de éxito.
Y para poner en marcha estas actuaciones es imprescindible un liderazgo claro que apueste por el futuro con paciencia y con constancia, sabiendo que está trabajando por el futuro de su gente de la única forma seria y consistente que puede haber: a largo plazo. Soy también político y sé que la mayoría de las veces, priman en las decisiones políticas los plazos electorales. Lo que estoy proponiendo, seguro, no va a ofrecer a los políticos que decidan emprender ese camino frutos palpables antes de las próximas elecciones (sean municipales, regionales o nacionales). Pero es un ejercicio de responsabilidad que debemos hacer para con nuestros conciudadanos e
l poner, desde hoy, los cimientos de la prosperidad futura.
Con el deseo de que tengamos un año menos malo de lo que auguran muchos, no quiero acabar sin recomendaros una visita de placer a Cantabria, pasando por Laredo, con una ascensión a las Cárcobas desde donde hay una vista espectacular (aunque mi foto no le hace justicia), y sin olvidar la espléndida capital cántabra, Santander.
Que el año nuevo sea capaz de cambiar la trayectoria -los horrores de la franja de Gaza- que hereda de 2008 y nos traiga algo más de paz a cada uno de los rincones de este mundo. Así os lo deseo a tod@s.