Conté esta leyenda el pasado 14 de Junio al término de la comida de confraternización de fin del Máster DUT (Desarrollo Urbano y Territorial) de la Universidad Politécnica de Catalunya ante los alumnos y mis colegas profesores de los distintos módulos del máster.
Ya hacia el final de la comida y cerca del momento de la despedida de los alumnos que regresaban a sus países de origen, el Director del Master, Carles Llop, propuso que cada uno de los asistentes cantara una canción. Como podéis imaginar el pudor de muchos ante el penoso espectáculo que podía darse hizo que se flexibilizara la petición de Carles y que, al final, cada uno de los presentes optara por actividades menos “peligrosas” como cantar una canción de su tierra o declamar un verso y, en mi caso, opté por contar esa leyenda de mi ciudad. Se trata de la leyenda del “Milagro de la Luz”, de donde proviene la fiesta de la Misteriosa Llum que la ciudad sigue celebrando cada 21 de febrero.
La leyenda
Manresa era, en la primera mitad del S.XIV, una ciudad de 2.000 “fuegos”, lo que significaba que vivirían en ella alrededor de 7.000 personas. Se produjo un episodio de intensa sequía que duró varios años y el Concejo de la Ciudad, para protegerla de nuevos episodios como aquel en el futuro, decidió construir un canal que llevara agua desde el río Llobregat. Para ello, solicitó licencia al rey Pere III (Pedro III) quien la concedió pues Manresa, ciudad de artesanía floreciente y una de las ciudades importantes de sus designios, le aportaba buenos impuestos cada año. (Nota: Pedro III era rey de Aragón, de Valencia, de Cerdeña y Conde de Barcelona en un tiempo en el que no existía todavía España como entidad política).
Tras la concesión del permiso real, se inició la construcción del canal y todo fue bien hasta que las obras tuvieron que cruzar tierras que pertenecían al Obispo de Vic.
En aquella época, la posesión de los cursos de agua generaba una gran riqueza pues los molinos de cereales se movían con la fuerza del agua y generaban pingües beneficios al propietario del curso fluvial. El obispo quería evitar que la ciudad, al crear el canal, dispusiera de un medio que le podría detraer beneficios.
El Obispo decidió impedir que el canal cruzara sus tierras y eso generó un conflicto a 3 bandas entre el Rey, el Obispo y la ciudad de Manresa que se alargó varios años hasta que…
El día 21 de Febrero de 1345, un rayo de luz proviniente de la montaña sagrada de Montserrat penetró por una ventana de la Iglesia del Carmen y se fue a posar en su altar principal. El hecho se interpretó como una señal divina a favor de la construcción del canal y el Obispo se vio obligado a ceder en su prohibición.
Manresa siguió con su proyecto y, varios años más tarde, consiguió completar la obra de la Sèquia -versión catalana de la palabra acequia que proviene del árabe-. una obra que no es remarcable solo por la bonita historia que la acompaña sino, sobre todo por la impresionante obra de ingeniería que supuso. El canal tiene un trazado de 26 km de longitud con un desnivel de únicamente 10 metros. Justo es hacer memoria del “maestro nivelador” Guillem Catà. Hoy le llamaríamos ingeniero y fue quien diseñó el trazado y llevó a buen puerto la ejecución de la obra con los medios técnicos primitivos de los que podía disponer en aquella época.
¿Cómo se solucionó el conflicto en realidad?
A pesar de lo bonita que es la historia que os he contado, la realidad es que el conflicto solo pudo solucionarse a la muerte del Obispo y cuando sus sustituto dejó de poner impedimentos a la construcción de la magna obra.
La Sèquia, hoy en día constituye el elemento central de un sólido conjunto de realidades (museo, parque, archivo histórico y la compañía pública de aguas de Manresa) alrededor del agua, su conocimiento y su uso.
Pero lo más importante es que, hoy, casi 700 años más tarde, la ciudad, toda su superficie agrícola, su industria y la mayor parte de ciudades y pueblos de la comarca de Manresa, siguen alimentados de agua exclusivamente por ese mismo canal que se construyó en el S.XIV.
El aprendizaje para el desarrollo local/territorial
Manresa era, en aquella época, una ciudad atípica en el sentido de que no surgió alrededor del castillo de un noble ni alrededor de una sede episcopal sino que se concentraron en ella actividades artesanales y agrícolas y fue creciendo bajo la dirección de un Concejo de Ciudad que conformaban un grupo de “notables”, ninguno de los cuales era ni noble ni religioso.
En consecuencia, la ciudad, si bien era autónoma en sus decisiones, no tenía a ninguna autoridad política o religiosa que le diera cobijo. Es decir, el crecimiento y la consolidación de la ciudad se gestó a partir de sus habitantes. Además, a la vez que se construía la “Sèquia”, en Manresa se construían también varios grandes templos góticos del que solo conservamos la “Seu”. Uno de los edificios góticos más importantes de Catalunya que comparte arquitecto, Berenguer de Montagut, con la famosa “Catedral del Mar” de la novela de Ildefonso Falcones.
¿Cómo es posible que una ciudad de 7.000 habitantes puedira construir tan magnas obras, en el S.XVI, sin ninguna aportación ni del rey ni de la iglesia? Para contestar hay que ponerse en la situación de la vida en España en el S.XIV en la que la religión era un eje absolutamente básico de la vida de todas las personas. Por eso, las personas aportaban, gratuitamente, su tiempo y su esfuerzo a la construcción de iglesias y catedrales. ¿Pero, y la acequia? Cómo se llevó a cabo esa obra que, contaba además con la oposición explícita de la iglesia?
La respuesta, la podéis imaginar. La necesidad generada por la sequía pertinaz, en una sociedad que necesitaba de la agricultura y de la ganadería local de forma imperativa para sobrevivir, sumado a una dirección “ciudadana” de la ciudad, permitió que confluyeran los intereses de todos los manresanos de tal manera que todos ellos, cada uno en la medida de sus posibilidades -dinero y/o tiempo- aportara todo lo posible para asegurar el bienestar futuro de su familia actual y el de sus descendientes.
El aprendizaje a extraer de esa historia es que una ciudad unida por un objetivo, que sume las fuerzas y los recursos de los distintos actores de su sociedad, difícilmente va a dejar de hacer realidad los objetivos que se proponga.
De nuevo, desde la Edad Media, recibimos el mismo mensaje. Para que una ciudad o región pueda alcanzar un desarrollo exitoso es necesario:
definir un objetivo común
articular una estructura integrada para la gestión de los esfuerzos en pro del objetivo común
definir la estrategia para alcanzar el objetivo
poner en marcha los distintos proyectos que, dentro del marco de la estragia, van a llevar a alcanzar el objetivo final.
Muy inspiradora y ejemplificadora la leyenda, gracias por compartir! Saludos