Alianzas locales tras la pandemia
Intro
Si se me pidiera citar un solo concepto que sea determinante para lograr un desarrollo local/territorial efectivo, ese concepto sería el de ALIANZAS. Esa sería mi respuesta. Porque, si el territorio no es capaz de establecer alianzas amplias de todos los sectores de la sociedad alrededor de un proyecto de futuro compartido, no conseguirá impulsar realmente su desarrollo. Bajo ese término de alianzas están albergados otros conceptos como liderazgo colaborativo, de abajo arriba, de arriba abajo, participación o colaboración que son los que hacen posibles las alianzas. De todos ellos habla este artículo.
(unornitorrincomecontrola.wordpress.com)
Al final del artículo anterior de esta serie de reflexiones postpandemia que titulé Pero ¿a qué le llamamos desarrollo local/territorial?, quedaron pendientes de contestar dos preguntas:
¿Quién debe decidir hacia dónde debe avanzar el territorio? es decir, ¿Quién debe actuar como cerebro del territorio (en la analogía con la hormiga)? y
¿Cómo conseguir que el conjunto de las patas del territorio (el conjunto de actores locales) contribuyan y cooperen al desarrollo territorial?
Las respuestas a ambas preguntas están íntimamente ligadas, entre sí y también con la generación de alianzas, y vamos a darles respuesta en el presente artículo.
La pandemia del COVID-19 nos ha dado una muestra clara de lo importante que es conseguir que el conjunto de la sociedad (sanitarios, seguridad, servicios públicos, alimentación, farmacias y la disciplina de los ciudadanos para respetar el confinamiento) se alinee para hacer frente a los grandes retos que enfrenta. Ha sido la demostración de que las administraciones públicas tienen una capacidad limitada y que necesitan poder sumar los esfuerzos de los distintos actores de la sociedad para hacer frente a retos importantes. Impulsar el desarrollo local es uno de esos retos en la medida en que se trata de generar una transformación real y sostenida del territorio y de la sociedad local.
Es por eso que, a la luz de la experiencia vivida, cualquier gobernante debería replantear su forma de gobernar tomando conciencia de que las sociedades solo son fuertes cuando son capaces de alinear los intereses de todos sus actores en una misma dirección.
Hay un ejemplo que todas las ciudades y territorios conocen y son los distintos planes estratégicos que cada una de ellas ha podido definir a lo largo de los años. Ya sea Plan Estratégico, Plan de Ordenación Urbano, Plan de Desarrollo Económico, Plan de Desarrollo y Ordenación Territorial, Plan 2030, Plan de Turismo, Plan de Igualdad de Género, Plan de Gran Visión,...). Todos estos planes, a pesar de que, muy probablemente contienen propuestas válidas y muy aprovechables, languidecen y no acaban nunca de desplegarse en su plenitud. La razón de que les ocurra eso a esos planes está en lo expuesto en los párrafos anteriores. Son planes diseñados por "una de las patas" -uno de los actores locales- sin tener en cuenta a las demás y, por lo tanto, los demás actores locales no se sienten aludidos cuando se les indica que hay que avanzar en una dirección determinada; una dirección que ha indicado "otro".
Una voluntad del territorio (compartirpalabramaestra.org)
El problema se resume diciendo que, en todos estos casos no se ha generado una voluntad del territorio (entendido como la comunidad de personas que comparten un espacio territorial) que consiga que el conjunto de los actores locales avance de forma coordinada para ser capaces de llevar al territorio a nuevas cotas de progreso. Vamos, pues, a ver cómo superar este problema.
¿Qué requisitos debemos cumplir para generar una voluntad del territorio?
Se trata de poner a trabajar juntos a los distintos sectores locales -administración pública, empresa, academia y sociedad civil-. Y, para ello, es imprescindible que todos ellos compartan un mismo objetivo territorial.
Solo cuando todos compartan el mismo objetivo territorial tendrá sentido pasar a definir los distintos objetivos sectoriales del territorio - económicos, urbanísticos, sociales,...-. Así se puede lograr que cada uno de los sectores tome el objetivo común de territorio como referencia para definir sus propios objetivos y marcar la ruta para alcanzarlos a la vez que contribuye a alcanzar el objetivo común del territorio.
La pregunta, pues, será ¿cómo conseguimos que los actores locales compartan el mismo objetivo territorial de largo plazo?. Para responder a esta pregunta creo que deben cumplirse los 4 requisitos que describo a continuación:
1. Generar el mejor proyecto de futuro para la ciudad
Esta aseveración puede parecer una obviedad o, incluso, una tontería. Pero no es ni una cosa ni otra. Al contrario, necesitamos imperativamente diseñar el mejor proyecto de futuro si pretendemos que todos los actores locales lo apoyen.
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Esta última afirmación es tan importante que, en realidad, nos define cuál va a ser el mejor proyecto de futuro para la ciudad: El mejor proyecto de futuro para la ciudad será aquel que todos los actores locales decidan apoyar. Como derivada, es claro que cada uno de los sectores de esa sociedad apoyará ese proyecto porque considera que va a ser la mejor forma de satisfacer sus propias expectativas e ilusiones.
También podemos expresarlo diciendo que, al definir el proyecto de futuro territorial, debe elegirse el proyecto de futuro que los actores van a querer implementar. Es decir que no servirá un proyecto porque sea el que quiere la municipalidad o los empresarios o la universidad, ni siquiera el que proponga un gran consultor internacional. Simplemente porque ninguno de ellos es capaz de implementar esa visión si los demás actores no se suman proactivamente a ella.
De lo que acabo de expresar, se deduce que habrá que definir el proyecto de futuro contando con todos los actores locales. Y, para ello, la primera condición es contar con:
2. Un liderazgo colaborativo
En efecto, un lider colaborativo siempre ha sido necesario para generar transformaciones significativas. La diferencia es que ahora, tras la pandemia, esta realidad se ha hecho evidente a los ojos de cualquier observador objetivo.
Liderazgo colaborativo significa liderar a la sociedad tratando a los actores locales como socios imprescindibles y, por lo tanto, definiendo y acordando con ellos muchos de los programas y las actuaciones a desplegar por la ciudad.
Y hay que hacerlo así porque los programas y proyectos que van a impulsar el desarrollo local ya no van a ser solo los impulsados por la administración pública sino también aquellos que impulsen las empresas, las universidades o la sociedad civil.
La administración ya no solo se encargará de desplegar los proyectos que define sino que debe pasar a liderar al conjunto de los actores locales de forma colaborativa para conseguir generar un proceso de desarrollo que implique a todos.
El, o la, Presidente Municipal debe comprender que, para transformar su ciudad, debe ir de la mano del conjunto de actores locales. Eso implica humildad y compartir decisiones para conseguir que los actores sumen sus esfuerzos al proyecto común.
En este punto, una pregunta interesante es si únicamente es la administración local la que puede asumir ese rol de liderazgo colaborativo. La respuesta es que eso es lo propio puesto que la administración pública es la institución de la que se dota la ciudad para gestionarse. Pero el liderazgo colaborativo da pie a muchas posibilidades de equilibrios de poder entre los distintos actores y no es descartable que, en un territorio determinado, el empresariado, la universidad, las ONG's o, incluso, una institución religiosa, puedan tener un peso determinante en el impulso al desarrollo de forma que sean capaces de asumir ese rol de liderazgo colaborativo.
3. Un proceso participativo diseñado adhoc
Una vez que contamos con la disposición de la máxima autoridad territorial para ejercer un liderazgo colaborativo, necesitamos pensar en cómo vamos a generar ese proyecto territorial que concite el apoyo activo de todos los actores.
(rick-casablanca.blogspot.com)
Y, obviamente, deberemos pensar en algún tipo de proceso participativo. En concreto, dado el objetivo que perseguimos, deberá ser un proceso que combine las mejores ideas con una participacióm amplia del conjunto de la población.
El objeto de este artículo no es describir la mejor metodología para alcanzar el objetivo deseado pero sí diré que habrá que desarrollar, en paralelo, dos procesos distintos, aunque relacionados entre sí. Por un lado, un proceso en el que implicaremos al talento del territorio para generar las mejores ideas mediante un proceso de innovación territorial; por otro, un proceso abierto en el que todas las personas y organizaciones que lo deseen puedan aportar su contribución al diseño de ese proceso del territorio. (El lector puede encontrar más información sobre metodología en distintos artículos de mi blog y, en cualquier caso, la realización de estos procesos de diseño estratégico son el eje de mi actividad como experto en desarrollo local/territorial).
Un valor añadido de este particular proceso participativo será la aparición de nuevos líderes locales en los distintos sectores de la sociedad. Nuevos líderes "cosntructivos" para su sociedad, dispuestos a colaborar con ella aportando sus ideas y propuestas.
4. Una estructura mixta de gobernanza
Una vez que la ciudad ha definido su proyecto de futuro entre todos los actores (ver 1.3), es preciso garantizar que el proyecto se lleva a la práctica también entre todos los actores. Para ello, el territorio deberá dotarse de una estructura de gobernanza integrada por todos los actores relevantes.
Existen ya en muchas ciudades y territorios organizaciones de este tipo como son las Agencias de Desarrollo Local (ADEL) o también los Institutos de Planeación Municipal (IMPLAN). Organizaciones en las que varios actores locales se coordinan para impulsar ya sea la planeación de la ciudad, ya sea el desarrollo económico local.
(es.dreamstime.com)
En nuestro caso estamos hablando del desarrollo integral del territorio y también se requiere una organización de este tipo. Puede que lo más simple sea aprovechar las instituciones existentes ampliando su ámbito de actuación al desarrollo estratégico. Es decir que ya no se limiten al diseño de proyectos en el ámbito económico y del empleo -las ADEL- o al ámbito de la planeación urbana y del territorio -los IMPLAN- sino que se encarguen del conjunto del proceso de desarrollo territorial. Esa estructura será, lógicamente presidida por la Alcaldía o la Gobernatura, pero los proyectos se debaten allí de igual a igual entre los distintos actores participantes apuntando siempre a la visión de futuro previamente definida por el conjunto de la sociedad local.
Y, en la práctica, ¿cómo se consigue ese consenso?
Alguien podrá argumentar que la teoría es muy interesante pero que, en la práctica, parece muy difícil conseguir que todos los actores locales se pongan de acuerdo alrededor de un proyecto único de ciudad para desarrollarlo a lo largo de 10 o más años.
Ya he descrito los 4 requisitos a cumplir para conseguirlo. Hay un quinto punto no explicitado pero que resulta habilitante del proceso. El objetivo a alcanzar por el proceso -definir un proyecto de futuro territorial- debe estar por encima de cualquier actor. El objetivo no es la economía, la violencia, la pobreza, el medio ambiente, la gestión del suelo o la política. El objetivo es definir el mejor futuro para el marco de todos ellos y que, en consecuencia, defina un marco capaz de generar beneficios a cada uno de los ámbitos del territorio, ya sean las distintas provincias de una región o los distintos sectores de una sociedad.
Consiguiendo ese consenso, veremos como, además, aparecen, de forma espontánea, sinergias entre actores locales. Unas sinergias que nunca antes se habían producido y que son muy importantes porque van a multiplicar la capacidad de desarrollo del territorio.
Conclusiones
Entrelazado (ru.depositphotos.com)
Hemos contestado a las dos preguntas pendientes del anterior artículo de esta serie postpandemia y hemos visto cómo ambas respuestas estaban entrelazadas: es el conjunto de los actores territoriales el que debe decidir y definir el futuro que quiere construir para la ciudad, y, a la vez, es el hecho de tomar conjuntamente estas decisiones de futuro sobre el territorio lo que conseguirá que todos los actores se impliquen activamente en la construcción de este futuro.
Por ello es por lo que la generación de alianzas entre actores locales tiene una importancia crucial para impulsar el desarrollo de un territorio o ciudad. Hemos visto también que la forma de generar esas alianzas es la definición conjunta del proyecto de desarrollo porque es un objetivo que está por encima de los intereses de cualquiera de los actores y, a la vez, su despliegue efectivo va a aportarles, a cada uno de ellos, los beneficios que le motivan a apoyar el proyecto común.
Es, por lo tanto, un tejido de argumentos, condiciones y consecuencias que hay que saber tejer pero que, una vez entrelazados, es también improbable que se desmonten por cualquier motivo (cambio político, por ejemplo) garantizando así la continuidad en el esfuerzo de desarrollo de ese territorio.
Hemos detallado 4 criterios a seguir para llevar a cabo un proceso completo de definición conjunta de un proyecto de futuro territorial y para coordinar su despliegue.